Decenas de miles de infiltrados africanos residentes en forma ilegal en Israel salieron a las calles por segundo día consecutivo para reclamar «libertad» en lugar de «prisión», dentro de una protesta para regularizar su situación.
Gran parte de ellos se movilizaron en Tel Aviv frente a las embajadas de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá, luego de que el domingo sumaron 30 mil en la Plaza Rabín para exigir ser reconocidos como refugiados políticos en lugar de inmigrantes ilegales.
Después de vivir en los últimos años al margen de la sociedad, los infiltrados - en mayoría de Sudán y Eritrea - pasaron a la acción. «Queremos la libertad, no la cárcel», «Somos refugiados, no criminales», gritaron en inglés y en hebreo, mientras la policía se limitó a seguir de lejos la manifestación.
Las consignas aludían a la nueva ley que prevé la reclusión de esas personas, ingresadas a Israel ilegalmente, por tiempo indeterminado en un lugar construido especialmente en el desierto del Neguev.
Además de activistas israelíes de grupos por los derechos humanos, el Alto Comisariado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) les dio un espaldarazo a través de un comunicado.
«El encarcelamiento de inmigrantes por parte de Israel, incluidos quienes son el sostén de las familias, provocó penurias y sufrimiento y no está en línea con el acuerdo mundial de 1951 sobre el tratamiento a refugiados», afirmó ACNUR.
Las imágenes de miles de eritreos y sudaneses marchando en forma pacífica por las avenidas de Tel Aviv desorientaron a los israelíes. Por un lado, los dramas personales encontraron comprensión en los medios locales. Pero por otro, el paso a un movimiento organizado con reivindicaciones de carácter general desató temores.
No obstante, el Gobierno ísraelí aseguró tratar «con la responsabilidad y seriedad» que requiere la situación de los infiltrados africanos en el país.
El primer ministro hebreo, Binyamín Netanyahu, ratificó que las «protestas y los paros no cambiarán la situación».
«Así como detuvimos completamente sus infiltraciones en Israel, estamos determinados a expulsar a los que entraron ilegalmente», aseguró.
«El Gobierno estima en 60 mil los infiltrados africanos. El año pasado fueron repatriados 2.600. Este año el número será mayor», anticipó Netanyahu.
Además, el ministerio de Exteriores comunicó que «la situación en Israel es mucho más compleja que en otro países».
«Israel es el único país desarrollado con una frontera terrestre con África, lo que comparativamente le convierte en el lugar más accesible para quienes desean entrar ilegalmente», afirmó.
Por este motivo, «por su singular situación geoestratégica y su actual inestabilidad política alrededor de sus fronteras, es prácticamente imposible desarrollar soluciones cooperativas regionales con países de origen y de tránsito como hacen otros países de la Unión Europea o Estados Unidos», agregó.
Los voceros del movimiento de protesta sostienen que Israel debería garantizar a todos el estatus de refugiado dado que se trata de personas que huyeron de guerras civiles como la de Sudán, o, en el caso de Eritrea, de un régimen despótico.
Sin embargo, un funcionario del ministerio de interior informó que en los últimos cinco años fueron estudiados 10 mil pedidos de asilo político y que sólo 32 fueron considerados justificados.
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