Uno esperaría que Itzjak Frankenthal, un israelí y judío ortodoxo, tenga fuertes sentimientos de odio contra Hamás. En julio de 1994, su hijo Arik, de 19 años, estaba volviendo a casa desde su base en el Ejército. Esperando en una intersección, un automóvil se detuvo y el chofer ofreció llevarlo. Demasiado tarde Arik comprendió que había sido secuestrado. Luchó duramente por su vida pero había tres terroristas en el vehículo y Arik estaba solo, le dispararon y lo mataron. Los asesinos eran de Hamás.
El padre de Arik, Itzjak Frankenthal, no se sorprendió porque Hamás se apoderó de la Franja de Gaza, ni se agitó por ello. «Hamás consiguió el poder porque la administración de Al Fatah falló. El pueblo palestino no escogió el terror; ellos escogieron un cambio en la dirección. Al Fatah pagó el precio de la corrupción».
Frankenthal no tiene ilusiones sobre Hamás. Hamás «llevó a Israel una oscura experiencia, un partido con fuerzas militares recibiendo órdenes de sus cuarteles centrales en Siria e Irán.
Nada que sorprenda salvo una cosa: Frankenthal habla sin odio de la organización que asesinó a su hijo. Ellos asesinaron a «mi querido hijo Arik, mi propia carne y sangre. Mi hijo alto de ojos azules y cabello dorado, que siempre sonrió con la inocencia de un niño y la comprensión de un adulto».
A Frankenthal se lo nota acongojado y enfadado, muy contrariado. Excepto que su enojo lo lleva a un lugar que uno no esperaría: «yo no quise ser otro padre desconsolado que perdió a su hijo sólo para apoyar las mismas políticas y condiciones que llevaron a su muerte. No lo haré».
Itzjak, un hombre de negocios exitoso, liquidó su empresa y usó los recursos para establecer una organización de padres desconsolados - israelíes y palestinos - dedicada a la reconciliación entre las dos partes. Los padres se encontraron y lloraron entre sí y luego fueron a escuelas israelíes y palestinas y otras instituciones para hacer el caso de mutua aceptación.
Frankenthal patrocinó centenares de eventos en Israel, Gaza, y Cisjordania. Su trabajo lo llevó a lugares donde un israelí que usa kipá nunca habría esperado ir.
En Gaza y en Cisjordania se encontró con palestinos de todas las clases, incluyendo muchos de Hamás y también de la dirección de Hamás.
Frankenthal me mostró un video en que él se dirige a una gran muchedumbre en Gaza sobre la necesidad de la reconciliación. Cientos de hombres jóvenes estaban escuchando y otros gritando detrás. El enojo era intenso.
«Algunos de estos tipos gritan con tanto enojo. Ellos no tienen, a menudo, la oportunidad para expresar sus sentimientos a un israelí. Pero el enojo es tan cercano al daño y el dolor tan intolerable que a menudo gritan hasta que colapsan en lágrimas», dice Frankenthal.
Le pregunté si tuvo miedo en Gaza, Jenín o dondequiera que haya estado.
«¿Que es lo peor que pueden hacerme? ¿Matarme? Y qué. Yo perdí a mi hijo», dice.
Frankenthal cree en la comunicación. Piensa que Israel y «Estados Unidos deben abrir un diálogo con Hamás en cuanto éste quite de su carta fundacional el llamado a la destrucción del Estado judío. Israel debe desafiar a Hamás con métodos positivos y constructivos», afirma.
«Es verdad, Hamás asesinó a mi Arik, pero esto no fue debido a Arik sino porque no hay paz. A través de las conversaciones con muchos miembros de Hamás yo sé que una gran oportunidad está ahora al alcance de la mano. Israel y la comunidad internacional deben presionar a Hamás para cambiar su carta constitutive así como presionaron a la OLP hace años. En cuanto Hamás cambie su carta fundacional, Israel y la comunidad internacional deben reconocerlo como un representante legítimo del pueblo palestino e iniciar una negociación definitiva para la paz».
«Es posible alcanzar un acuerdo con Hamás, pero no es posible continuar con la ocupación esperanzados por un periodo de calma. Esto nunca ocurrió ni va a ocurrir».
Instituto por la Paz y la Tolerancia
Frankenthal se embarcó en un proyecto para incrementar las chances de que la paz llegue. Creó el «Arik Institute» para traer a sus compañeros israelíes a la comprensión de que «los palestinos están reaccionando al sufrimiento impuesto por la ocupación». Él cree que «una vez que acabe la ocupación, ambos pueblos podrán vivir uno al lado del otro en una coexistencia estable».
«Yo sé que muchos palestinos preguntarán: ¿por qué, Frankenthal, está volviéndose hacia nosotros? ¿Por qué no lucha para detener la ocupación?
Y yo respondo: «Porque ustedes necesitan, más que nunca, comenzar el auto-examen y ver dónde han llegado».
«Yo digo esto como israelí, como alguien que los respeta y está interesado en su beneficio, y sobre todo como un israelí religioso, y un patriota sionista. Sin el apoyo del público israelí ellos no obtendrán un Estado palestino y continuarán sufriendo la desgracia de la miseria y la represión. Los americanos y europeos pueden forzarnos para un acuerdo intermedio, pero hasta que eso suceda habrá miles de muertos más, y no tendremos la paz que deseamos», agregó.
«Mi hijo, Arik, nació dentro de una democracia con una oportunidad para tener una vida decente, establecida. Él amó su vida y creyó que nosotros teníamos que lograr la paz con los palestinos o no sobreviviríamos», añadió.
«Y consideró que el asesino de Arik nació en una ocupación espantosa, la humillación después de la humillación, el caos ético. Si mi hijo hubiera nacido en su lugar, él podría haber hecho lo mismo. Permitamos que todos los virtuosos que hablan de crueles palestinos asesinos se echen una dura mirada en el espejo».
«Tenemos todo el derecho a exigir el fin del terrorismo», dice Frankenthal, «pero hasta que nosotros no veamos que esa ocupación también es una forma de terrorismo, no entenderemos a los palestinos. Si nosotros no los entendemos, no lograremos la paz con ellos. Sólo obtendremos terrorismo y más guerra para todos», aseveró.
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