Toda sociedad que aspira de sus miembros ser activos participes del progreso universal, invierte permanentes y redoblados esfuerzos de imaginación en pos de una constante renovación, modernización y adaptación a los avances tecnológicos que sorprenden día a día.
No así el judaísmo ultraortodoxo. Sus líderes, a quienes se exalta como el símbolo de la supervivencia del pueblo durante dos milenios en la diáspora y que hasta el día de hoy sujetan muchas sartenes políticas y sociales por sus mangos, pretenden orientar a su pueblo hacia un oscurantismo y retroceso formativo como mecanismo para conservar eternamente el poder. En estos días fuimos testigos de un significativo ejemplo de la contramarcha del judaísmo ultraortodoxo.
«Los rabinos más destacados de la corriente ultraortodoxa sefaradí, y entre ellos el 'Gran Magistrado de la Generación' el Rabino Ovadia Yosef y el Gran Rabino Sefaradí de Israel, Shlomó Amar, publicaron un categórico manifiesto en contra del uso de Internet para que cada ser humano pueda salvar a su familia de los peligros intelectuales de la red. En un 'sagrado' llamado al público los rabinos alertan de los desarrollos tecnológicos que en todo teléfono en manos de cualquier persona pueden traer a sus ojos imágenes horrendas y peligrosas para su alma y que fijar la mirada en ellas no sólo es una prohibición divina sin discusión, sino también puede causar resultados catastróficos. Los rabinos detallan en su carta que la maldad de esta temática es segura y muy grave, y más adelante agregan que casas y familias cayeron destrozadas por esta maldad. Desconectarse de Internet es una obligación originaria de la Torá» («El Rabino Ovadia Yosef: es obligación de la Torá desconectarse de Internet"; Ynet; 26.1.12).
Se debe aceptar que esta vez queda totalmente sin efecto la excusa que se trata de ideas de una sola manzana podrida o de un demente suelto. Se trata de uno de los dos grandes rabinos de Israel que tiene formalmente la autoridad máxima del judaísmo religioso y del Rabino Ovadia Yosef que, aparte de ser el líder espiritual del partido ultraortodoxo Shas, sin duda goza de un privilegio especial que prácticamente lo posiciona como súper autoridad en el trono de una institución que sin su beneplácito gran parte de las decisiones religiosas y fundamentalmente políticas no se pueden llevar a la práctica en Israel.
No existe partido político israelí con grandes aspiraciones de influencia, especialmente de conducción, que no vea la imperiosa necesidad de llegar a acuerdos con el rabino Ovadia Yosef. Es vergonzoso ver la larga lista de destacados políticos de Israel haciendo fila para «pedir limosna política» en términos de una bendición o promesa del supremo. Y que nadie piense que el Rabino Ovadia se mueve de su casa para entrevistarse en los despachos de estos funcionarios de la cúpula oficial. Todos ellos se rebajan y dan la impresión que entran de rodillas en su casa particular.
La lista de visitantes más prominentes del último año es larga y significativa. Shimón Peres, presidente de Israel lo visitó en abril. Lo siguió la jefa de la oposición, Tzipi Livni, en mayo. A continuación se presentó Ehud Barak, ministro de Defensa, en junio. Posteriormente llegó Shaul Mofaz, ex ministro de Defensa y miembro de la oposición, en julio. Finalmente no dejó de estar presente el mismo Netanyhau, primer ministro de Israel, el pasado octubre.
Si hay un aspecto que no se puede desmentir es la enorme injerencia y poder de influencia de estos destacados rabinos en los despachos gubernamentales. Sólo a nivel de curiosidad, en estos días se anunció que el gobierno de Netanyhau, con tanta sensibilidad social ante la gran crisis económica que se avecina, «multiplicó» dos veces y media el salario, no de los trabajadores en general, sino de los rabinos («El ministro de Economía multiplicó el salario de los rabinos por 2,5»; Ynet; 29.1.12).
La actitud retrógrada de estos rabinos tampoco es única en el mundo. Tienen sus homólogos calcando sus conductas justamente en el lugar menos deseado. En estos aspectos prácticamente no hay diferencia con las posiciones que adoptan los líderes de la Republica Islámica de Irán.
Allí no sólo se sostiene que Internet corrompe a la juventud, sino que en la práctica se aplica censura a gran parte de la red para directamente impedir cualquier contacto indeseado («Irán reconoce: nosotros censuramos 5 millones de sitios en Internet»; Ynet; 19.11.08).
El poder de control e influencia de estos rabinos sobre la población, y por ende sobre el liderazgo político del país, se basa en valores divinos que exigen, sobre todo, castrar toda posibilidad de desarrollar un nivel mínimo de curiosidad y pensamiento crítico, tan elementales para un progreso equilibrado en la personalidad de los seres humanos.
Tanto como resultado del carácter del crecimiento demográfico en Israel como también la consecuencia del accionar de estos rabinos, la sociedad judía israelí se caracteriza por un proceso de continuo incremento de población religiosa por sobre la laica. («Los judíos en Israel son más religiosos que hace 20 años» (Israel en línea; 30.1.12).
Lamentablemente este liderazgo religioso está guiando al pueblo hacia el oscurantismo, no sólo a nivel politico; también vemos que se acerca a la formación e información general.
Con el tiempo nos convertiremos en versados en la Torá, aunque probablemente ignorantes en conocimientos y cultura.
Ojalá me equivoque...
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