Gideon Saar presionó a los estudiantes que participan de la protesta de los profesores, quienes rechazan abiertamente la realización de visitas escolares a Hebrón. De hecho, es Hebrón el que está en el centro de la polémica, y sin duda, también en el centro del debate educativo.
La importancia fundamental de Hebrón en la discusión sobre la herencia bíblica: Es la Ciudad de los Patriarcas; el lugar de enterramiento de los patriarcas de la tradición; una de las cuatro ciudades sagradas de los largos años de exilio.
Como parte de una realidad israelí alternativa, Hebrón constituye un lugar fascinante, y merece patrullas como parte de la memoria nacional. El problema es que la Santidad y el legado de Hebrón, desde la finalización de la Guerra de los Seis Días hasta el presente, han sufrido gran menoscabo.
Desde el momento mismo de su inicio, el asentamiento judío de Hebrón lleva los colores de Meir Kahane: la posición que defiende la salida de los palestinos, y la percepción de que allí se expulsará a los árabes de las zonas del Gran Israel - o bien, se los convertirá, según Kahane, en un pueblo de esclavos.
Los partidarios de Kahane se concentraron en Hebrón en el la ciudad árabe, no sólo en Kiryat Arba, y poco a poco vaciaron el mercado, el corazón de la ciudad, sus comerciantes y sus habitantes. Es imposible separar la antigua herencia de Hebrón y la Tumba de los Patriarcas, en particular, de la masacre de Baruch Goldstein.
Goldstein no fue una «mala hieba», así como también lo es Yigal Amir. Él surgió de un entorno de fanatismo radical que dio su carácter a la zona de Hebrón, y simplemente actuó. Goldstein no fue denunciado por los residentes de Hebrón y Kiryat Arba; todo lo contrario: terminaron erigiéndole un magnífico monumento.
Al entrevistarla en una nota para «Haaretz», la desaparecida Naomi Frankel se había mudado a Kiryat Arba. Le pregunté acerca de Goldstein, y me respondió: «Él era un médico excelente».
Quién envía de excursión a Hebrón a muchachos en edad escolar no lo hace con la pedagógica intención de darles a conocer aquel menoscabado patrimonio, sino que se esfuerza por recrear un símbolo que únicamente puede mostrar la imagen estéril de un antiguo pasado judío con un presente totalmente separado de su entorno contemporáneo, donde conviven judíos y árabes. Eso no forma parte de un proceso educativo. Es una maniobra en contra de la educación, porque la educación no es solamente un vínculo - dado por la tradición - con el pasado. Es un fenómeno pleno de cuestiones morales.
Hace poco, se dieron a conocer los resultados de una encuesta centrada en el examen de la relación entre la religión y las creencias de los habitantes de Israel. El tema central giraba en torno a la cuestión sobre la existencia de Dios. En mi opinión, no es tan interesante, desde que «Dios» es el término inclusivo debajo del cual pueden caber muchas interpretaciones.
Cuestiones más importantes, para mí, son la relación entre la ley estatal y la ley de autodefinición: «judío»e «israelí».
Pregunta que no fue realizada por los evaluadores, pero yo tampoco tengo intenciones de decidir, de ninguna manera, entre «judío» e «israelí».
Para mí, alguien no puede ser más «judío» por comparación a otro, o en relación con la Cueva de los Patriarcas en Hebrón. Defino mi concepto judío del judaísmo como semillas morales universales, y el judaísmo es un precursor - los Diez Mandamientos se aplican precisamente en este caso, esta semana.
La ética judía prueba que el caso de Hebrón es un error, y que el legado de Hebrón es una mancha y no un bien. Una ciudad que santifica a un asesino de masas, cuando la oración no es algo digno de convertirse en un símbolo de la herencia judía.
Una ciudad así, donde su figura espiritual principal es un judío racista surgido de este país, sin embargo, puede convertirse en un modelo educativo.
Para lograrlo debe purificarse con una reparación completa.
Traducción: www.israelenlinea.com
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