A falta de un pacto tras un año de intensas negociaciones desde la firma del acuerdo preliminar en Ginebra, el pasado 24 de noviembre, entre Irán y el Grupo 5+1 - Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania -, los diplomáticos reunidos en Viena acordaron prolongar las conversaciones.
Se trata de un serio revés que puede debilitar considerablemente el margen de maniobra de los presidentes norteamericano e iraní, Barack Obama y Hassan Rohani.
Ambos enfrentaban una fuerte oposición de sus adversarios internos a un acuerdo, y les resultará difícil vender políticamente la necesidad de proseguir las discusiones luego de no alcanzar los objetivos después de un año de afiebradas tratativas.
Peor aún, el nuevo Congreso en Estados Unidos, dominado por los republicanos estará menos inclinado a hacer concesiones cuando entre en funciones en enero, a fin de privar a Obama de un éxito diplomático.
La idea de una extensión, largamente rehuida por los riesgos que entraña, circuló con insistencia en Viena.
«El principio de una prolongación de las discusiones está sobre la mesa y comenzamos a mencionarla si no se llegaba a un acuerdo la noche del domingo», explicó el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, y agregó que el Gobierno de Teherán pidió una ampliación de las conversaciones de seis a doce meses.
Al término del acuerdo de Ginebra, Suiza, en 2013, Irán aceptó limitar sus capacidades de enriquecer uranio, un combustible indispensable para la fabricación de una bomba atómica, a cambio de un levantamiento parcial de las múltiples sanciones internacionales (ONU, EE.UU, Europa), impuestas contra Teherán desde 2006.
El compromiso considerado ahora, a falta de un acuerdo definitivo, es llegar a un «acuerdo marco» sobre los temas principales y fijar una nueva extensión para regular los detalles técnicos. A estas alturas, tanto Estados Unidos como Irán mostraron su disposición para evitar un fracaso total y dejar la puerta abierta a las negociaciones.
El nuevo plazo para cerrar un acuerdo fue fijado para el 30 de junio de 2015, declaró en Viena el canciller británico, Philip Hammond, pese a que el objetivo era cerrarlo ayer, tras una década de tensiones internacionales.
La primera reunión de esta nueva ronda podría suceder en diciembre, en un lugar y a un nivel aún por determinar.
Según el nuevo plan, en los próximos tres meses se llevará a cabo una primera fase política, a la que le seguirá otra para pulir detalles hasta junio.
Antes de regresar a Washington, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, defendió el resultado de las tratativas ante la prensa, y destacó «avances reales y sustanciales».
El canciller añadió que «este no es el momento de levantarse y marcharse», e instó al Congreso de su país a apoyar la prolongación de las conversaciones y no imponer nuevas sanciones contra Irán.
Por su parte, el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, expresó su preocupación sobre la extensión del diálogo y volvió a repetir que «no lograr un acuerdo final con Irán es mejor que aceptar uno malo».
«Mantenemos conversaciones con los representantes de las grandes potencias y le presentamos nuestra posición sobre que Irán no puede quedar en el umbral nuclear», señaló.
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