Arabia Saudita lanzó una operación militar en la que participan más de diez países y cuenta con el apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos, para ayudar al presidente yemení Abd Rabbuh Mansur Hadi, cercado en Adén por las milicias chiítas hutíes.
Fuerzas aliadas a los rebeldes chiítas, sospechosos de tener vínculos con Irán y con el ex presidente yemenita, Alí Abdalá Saleh, empujado a renunciar tras 33 años en el poder. tomaron el aeropuerto internacional de Adén, la capital del sur, que se convirtió en el refugio de Hadi tras el control de la capital Saná, a principios de febrero por los hutíes.
«La operación pretende defender al gobierno legítimo de Yemen e impedir que el movimiento radical hutí tome el control del país», explicó el embajador saudita en Washington, Adel al-Jubeir.
La intervención se limita por el momento a bombardeos aéreos de posiciones rebeldes en Yemen, pero se movilizaron otras fuerzas militares y la coalición hará «todo lo que sea necesario», agregó.
Según fuentes militares en Yemen y testigos, una base aérea y el palacio presidencial, donde se declaró un incendio, fueron blanco de los bombardeos, que dejaron al menos 13 civiles muertos en la capital.
«Tenemos una coalición de más de 10 países que participan o van a participar en estas operaciones», dijo el embajador saudita.
Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, todos los países del Consejo de Cooperación del Golfo menos Omán, informaron en un comunicado que «decidimos responder al pedido del presidente Hadi de proteger Yemen y su pueblo ante la agresión de la milicia hutí».
Egipto por su parte, confirmó su participación en esta coalición.
La Casa Blanca informó que aporta «apoyo logístico y de información» al operativo.
«Hay una milicia que controla o podría controlar misiles balísticos, armas pesadas y una fuerza aérea. Es una situación muy peligrosa», agregó el embajador saudita.
Tras denunciar en varias ocasiones un golpe de Estado de los hutíes, Hadi confirmó que solicitó a las monarquías sunitas del Golfo que intervengan militarmente y pidió al Consejo de Seguridad de la ONU que adopte una resolución vinculante para frenar el avance rebelde.
El jefe de la diplomacia de Yemen, Ryad Yassine, dijo que la caída de Adén en manos hutíes supondría el inicio de una profunda guerra civil.
Por su parte, el embajador saudita precisó que dispone de medios aéreos de ciertos países y añadió que ya están de camino al reino medios militares para participar en estas operaciones.
«El uso de la fuerza es siempre el último recurso y tomamos esta decisión con nuestros socios del Consejo de Cooperación del Golfo y otros países con mucha reticencia», precisó.
Estados Unidos informó que contactó telefónicamente con el presidente yemení, su aliado en la lucha contra Al Qaeda, indicando que salió de su residencia de Adén y que desconocía su paradero.
Tras el fulgurante avance de los hutíes en dirección a Adén y que el lugar donde se encontraba fue blanco de un nuevo bombardeo aéreo, Hadi fue trasladado a un lugar seguro en Adén, dijo su entorno.
La crisis en Yemen, el país más pobre de la península arábiga, se recrudeció en septiembre de 2014 cuando los hutíes llegaron a la capital para protestar por el poder de Hadi y denunciar el proyecto de Constitución sobre un Estado federal que privaría su feudo en el norte de un acceso al mar.
Según los expertos, Yemen, dividido entre el norte dominado por los hutíes y el sur partidarios de Hadi, es teatro de una guerra entre el Irán chiíta y el reino saudita sunita, que amenaza con la desintegración del país.
A esto se suman las acciones de la red sunita Al Qaeda en la península arábiga, bien implantada en el sureste.
Para echar más leña al fuego del caos, el grupo yihadista Estado Islámico, implantado en varios países árabes, acaba de reivindicar su primer ataque en Yemen, que dejó más de 140 muertos en mezquitas de Saná.
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