El diario estadounidense «The Washigton Post» comparó la tensa situación política actual en Oriente Medio a la reinante en el continente europeo en los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial.
Según el rotativo, durante años, las grandes naciones de Europa gastaron enormes sumas de dinero para construir su poder militar. Estos países se ensamblaron en forma de bloques, a los efectos de hacer frente de mejor manera al peligroso juego de la política de alto calibre. Lenta y de forma segura, se encaminaban hacia la guerra.
En junio de 1914, un asesino disparó al heredero del trono del Imperio Astrohúngaro, y así fue como se encendió la mecha. Los resultados fueron desastrosos.
De acuerdo al periódico, Oriente luce hoy peligrosamente similar a la Europa de comienzos del siglo XX.
Por años, Irán y Arabia Saudita vienen compitiendo por la hegemonía del Islam. Irán, como el pionero del mundo islámico chiíta, y la Casa de Saud, como líder de facto del mundo sunita.
Irán exhibe un masivo armado militar, así como también capacidades de importancia en guerra no convencional y espionaje. Controla directamente a Hezbolá en Líbano, a Bashar al-Assad en Siria, y a las poderosas milicas chiítas en Irak. Por estas horas, Teherán alimenta y ayuda a la rebelión de los hutíes en Yemén.
Los sauditas se aliaron con Al Sisi en Egipto, con el Rey Abdullah II en Jordania, y con la mayoría de otros Estados árabes. También sellaron alianzas con los paquistaníes, que tienen una de las fuerzas armadas más imponentes del mundo, e incluso cuentan con armas nucleares. Adicionalmente, existe una posibilidad creciente que Turquía se comprometa con el lado sunita.
«The Washigton Post» sostiene que el mundo asiste a una gigantesca cuota de poderío militar, de rivalidades y de conflictos armados, todo esto concentrado en una región comparativamente pequeña. Y esta caja de resonancia podría estallar en la forma de una conflagración de importancia, con consecuencias destructivas sin paralelo desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero estos bloques en franca oposición están allí durante décadas. Entonces, ¿por qué preocuparse ahora? Muy sencillo: porque Estados Unidos ya no está desempeñando el rol que ocupaba en la región durante un largo tiempo.
Durante décadas, Estados Unidos sirvió como garante de seguridad y como solucionador de problemas diplomáticos para sus socios en la región. Los sauditas, jordanos, egipcios y otros aliados no tenían que preocuparse porque Irán ganara hegemonía regional. Ellos sabían que un Estados Unidos fuerte y con decisión podría mantener a raya las ambiciones de Teherán.
Mientras tanto, Irán y sus aliados de proximidad sabían que sólo podían llegar hasta cierto límite, previo a ser detenidos por el criterioso poder estadounidense. La amenaza creíble del poder duro americano era suficiente para mantener a los aliados de los norteamericanos en calma, y a sus enemigos, quietos.
Pero todo esto cambió. Los enemigos de Estados Unidos certificaron que los norteamericanos «lideran desde atrás», un eslogan que utilizó Barack Obama para las relaciones en Libia, y que luego dio la espalda a su propio consulado en Bengasi. Los enemigos de Estados Unidos vieron al país del norte trazar una «línea roja» en Siria, para luego abandonar el escenario cuando Al Assad se percató de que no iba en serio. Los enemigos de Estados Unidos vieron el modo en que Rusia anexó Crimea y luego fogoneó a los separatistas en Ucrania oriental, mientras que Obama se rehúsa a proporcionar asistencia militar a Kiev. Los enemigos de Estados Unidos vieron cómo Washington se estremeció sólo de pensar en la posibilidad de enviar tropas terrestres a combatir contra el Estado Islámico.
Considerado todo esto en conjunto, se asiste al cuadro de un Estados Unidos tímido, o bien confundido o en estado de flaccidez; una nación que aún parlamenta en el juego del poder duro, pero que carece de la voluntad para seguir los pasos necesarios.
Más aún, aquéllos ven a una Administración tan hambrienta por generar un acuerdo en forma de 'legado' con Irán, que la notoria capacidad negociadora de los iraníes ni siquiera debe pagar un precio. En las conversaciones del Grupo 5+1 de Suiza, el secretario de Estado John Kerry efectuó concesión tras concesión sin obtener reciprocidad de parte de Irán, al punto en que Francia emerge hoy como el polo de línea dura en el lado occidental de la mesa de negociaciones.
Pero, según TWP, los enemigos de Estados Unidos no son los únicos que observan estos desarrollos. También lo hacen sus amigos. ¿Qué deben pensar los sauditas y otros cuando ven que la Administración Obama deja a un lado a su aliado regional N°1, Israel? ¿Estarán más cerca los amigos de Estados Unidos de cruzar la línea de la puerta e irse, apenas vean que entorpecen el enfoque de Washington, obsesionado en apaciguar al régimen de Teherán?
Aquellos amigos de los norteamericanos ahora tienen razones para temer que las negociaciones nucleares con Irán podrían acelerar el retiro estadounidense de la región o, peor aún, dar lugar a un reacercamiento Irán-EE.UU que los perjudique.
Ese temor llevó a los socios de Estados Unidos a unirse para defenderse a sí mismos contra lo que saben es una amenaza creciente: Irán. Mientras que la Administración Obama podría mostrarse predispuesta a hacer la vista gorda ante ella - conforme sólo presta atención al cierre de un acuerdo nuclear -, los vecinos de Irán no pueden darse ese lujo.
Desde que Estados Unidos recortó su dosis de antibióticos, los nerviosos amigos de Washington en Oriente Medio ahora sienten que deben contrarrestar - con fuerza e inmediatez - las infecciones locales promovidas y/o explotadas por Irán. Y, en ocasiones, lo hacen sin consultar a los norteamericanos.
TWP agrega que el resultado coincide con Oriente Medio más explosivo e impredecible que nunca. Las condiciones son ahora las ideales para una guerra de alto calibre en la region, una que podría desparramarse hacia el resto del mundo, allí donde interactúan musulmanes sunitas y chiítas. Todo lo que hace falta es, como en Sarajevo, una chispa.
¿Imposible?, pregunta el diario, y recuerda que aquel día de junio en Sarajevo, ningún experto predijo las horribles consecuencias de las acciones que se fueron desarrollando.
Hoy, los sauditas están acumulando 150 mil soldados en la frontera con Yemén. Los paquistaníes y los egipcios prometieron tropas terrestres. Estos gobiernos sunitas consideran su alianza como una de corte autodefensivo. Pero representa una amenaza crítica para las aspiraciones hegemónicas de Irán, y Teherán bien podría ponderarla como una amenaza para la supervivencia del régimen de los ayatolás.
Como en 1914, nadie quiere la guerra, sea ésta grande o pequeña. Pero, entre los bloques de poder de Oriente Medio, las políticas ilegítimas de Washington fogonearon la incertidumbre en un lado, y son percibidas como una oportunidad en el otro.
Entre las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses temían un choque entre superpotencias. Pero la lección de la Primera Guerra Mundial es que cuando las potencias regionales de mayor importancia - especialmente aquellas motorizadas por fuerzas apocalíptico-sectarias - son empujadas al conflicto, cualquier error de cálculo puede resultar proporcionalmente cataclísmico.
Esta es, según TWP, la situación existente hoy en Oriente Medio. Y la Administración Obama, lejos de apaciguar las tensiones, desestabiliza activamente la región a partir de sus negociaciones con Irán.
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