La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) condenó la destrucción por parte del grupo yihadista Estado Islámico (EI) del templo de Baalshamin, en las ruinas de la ciudad siria de Palmira, y confió en que los responsables respondan ante la Justicia por ese «crimen de guerra».
La devastación del templo se conoció una semana después de que el EI ejecutara al antiguo responsable de la dirección general de Antigüedades y Museos en Palmira, Jaled al-Asaad, por considerarlo el «director de los ídolos» de esa localidad histórica.
«La destrucción sistemática de símbolos que encarnan la diversidad cultural de Siria revela la verdadera intención de tales ataques, que privan a la población siria de su saber, su identidad y su historia», indicó la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
Palmira es considerada por la Unesco reliquia única del siglo I d.C. y pieza maestra de la arquitectura y del urbanismo romano por las columnas de su calle principal y el templo de Baalshamin.
El EI, según Bokova, «mata personas y destruye enclaves, pero no podrá amordazar la historia ni conseguirá borrar esa gran cultura de la memoria mundial».
«Pese a los obstáculos del fanatismo, prevalecerá la creatividad humana. Los edificios y enclaves serán rehabilitados y algunos reconstruidos», agregó la máxima representante de la Unesco, quien hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que dé muestras de unidad.
El EI considera las obras religiosas preislámicas, en especial las estatuas, como idolatría. Por ello destruyó varias joyas arqueológicas en Irak y Siria, suscitando reacciones de horror en la Unesco y en la comunidad internacional.
Después de arrebatar a las fuerzas del régimen sirio el control de Palmira, el EI ejecutó a más de 200 personas en el interior y exterior de la ciudad, 20 de ellas en el teatro antiguo.
«Nuestras más sombrías predicciones están desgraciadamente cumpliéndose», lamentó Maamún Abdelkarim, director general de Antigüedades y de Museos en Siria, al anunciar el pasado domingo por la noche la destrucción del templo.
Tras conquistar Palmira en mayo pasado, los yihadistas llevaron a cabo ejecuciones en el teatro antiguo, destruyeron en julio la famosa estatua del León de Atena y transformaron el museo en tribunal y prisión.
Los yihadistas, que controlan grandes porciones de territorios iraquí y sirio, destruyeron en abril en Irak con excavadoras, picos y explosivos el emplazamiento arqueológico de Nimrud, joya del imperio asirio fundada el siglo XIII.
También la emprendieron con Hatra - una ciudad del periodo romano de 2.000 años - y con el museo de Mosul, en el norte de Irak. Hace una semana destruyeron el monasterio católico de San Elian, construido en 432 d.C.
Más de 300 emplazamientos históricos sirios fueron dañados, destruidos o saqueados en los últimos cuatro años.
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