La ex secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, candidata favorita entre los demócratas para las elecciones de 2016, señaló que su apoyo al acuerdo nuclear con Irán es de total cumplimiento por parte de Teherán, de lo contrario, y si resulta electa presidenta, aseguró: «No dudaré en tomar acciones militares si Irán intenta hacerse con una bomba nuclear. Cuando se trata del régimen de los ayatolás, lo mejor es no confiar y además verificar», declaró en una conferencia ofrecida en el Instituto Brookings, en Washington.
Sin Embargo, en su opinión el pacto es necesario para «continuar en el camino de la diplomacia», ya que de otra manera se corre el riesgo de girar hacia «un sendero más peligroso que conduce a un futuro incierto y lleno de riesgos».
«Irán no es nuestro socio en este acuerdo, sino el objeto del mismo», afirmó Clinton en su discurso, y detalló que su defensa del pacto se enmarca dentro de una estrategia más amplia hacia Teherán, que incluye el compromiso con la seguridad de Israel, una robusta presencia militar de EE.UU en el Golfo Pérsico y la lucha contra organizaciones yihadistas.
El discurso de Clinton deja ver una posición política más agresiva que la del actual mandatario norteamericano Barack Obama y coincide con un momento clave para el acuerdo con Irán, la próxima semana se llevará acabo la votación en la Casa Blanca para evaluar su continuidad.
La ex canciller dijo que «la diplomacia no es la búsqueda de la perfección, sino lograr equilibrar los riesgos».
Clinton, quien tuvo injerencia en las etapas iniciales del acuerdo en su calidad de secretaria de Estado, sostuvo que apoya el convenio como parte de una estrategia integral contra el programa nuclear de Irán.
Los críticos del acuerdo alcanzado entre Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia y Reino Unido con Irán sostienen que el pacto no confronta problemas como el financiamiento a Hamás o Hezbolá ni el apoyo iraní el régimen de Siria.
Bajo el acuerdo, Irán modificará el núcleo de su reactor nuclear en Arak, accediendo a almacenar fuera del país el combustible utilizado en la operación de este reactor, y comprometiéndose a no construir uno nuevo nuclear de agua pesada durante los próximos 15 años.
Asimismo, desmantelará dos terceras partes de su infraestructura de centrífugas, las máquinas necesarias para producir uranio altamente enriquecido para producir armas, y se deshará del 98% de sus reservas de uranio enriquecido.
Encuestas recientes revelaron que el convenio nuclear fue recibido con escepticismo por el público estadunidense.
De los entrevistados que escucharon el acuerdo, un 48% lo desaprueba y un 38% lo apoya, mientras que un 14% dijo no tener opinión alguna, según un sondeo reciente del Centro Pew.
Los republicanos siguen trabajando para tratar de «detener un mal acuerdo con Irán», en palabras del presidente de la Cámara de Representantes, el conservador John Boehner.
El ex vicepresidente Dick Cheney cargó contra el pacto, al calificarlo de «vergonzoso» y de ser «una locura», y varios líderes del movimiento derechista Tea Party convocaron una concentración frente al Congreso para rechazar el acuerdo, a la que prevén asistir los aspirantes republicanos a la Casa Blanca Donald Trump y Ted Cruz.
El acuerdo debe aún ser ratificado por el Senado. Obama consiguió esta semana suficientes compromisos de voto para asegurar la aprobación del mismo.
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