El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al-Árabi, expresó al secretario de la ONU, Ban Ki Moon, su rechazo al «brutal asalto israelí» a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén y pidió que el organismo internacional asuma su responsabilidad.
En una conversación telefónica, Al Árabi manifestó el descontento de su organización por la irrupción de las fuerzas de seguridad israelíes en la explanada en la que se encuentra la Mezquita de Al Aqsa y la agresión a los fieles en su interior.
El dirigente subrayó la necesidad de que el Consejo de Seguridad afronte sus responsabilidades de preservar la calma y seguridad en el lugar, con el cumplimiento de las resoluciones internacionales.
Asimismo, instó a la comunidad internacional a adoptar «una posición eficaz» para hacer frente a los ataques israelíes.
También la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) acusó a Israel de provocar una guerra santa global con sus ataques a Al Aqsa en Jerusalén, y al interior del propio templo.
El presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, además de Jordania - custodio de los lugares santos del islam en Jerusalén -, Egipto y la ONU mostraron su preocupación ante esta nueva escalada de tensión.
Abbás advirtió de las posibles consecuencias que pueden tener los violentos disturbios que se suceden en el sitio sagrado y pidió la intervención de los países árabes y la comunidad internacional para su protección.
«En los últimos días somos sido testigos de los intentos por una gran cantidad de palestinos que tratan de agitar y agravar la situación de seguridad en la ciudad», expuso la policia israelí en un comunicado emitido tras una reunión de emergencia para abordar los incidentes, sobre los que trabajan en coordinación con todas las agencias de inteligencia del país y los ministerios competentes .
Como resultado, la institución justificó la actuación de sus efectivos y anunció el aumento del dispositivo de seguridad en Jerusalén.
«Estamos haciendo todo lo posible para terminar con estos sucesos con el menor número de bajas, mantener el órden público y la política de conservación de la libertad de culto religioso de todos los credos», subrayó la nota.
Por su parte, la organización terrorista Hamás calificó de «declaración de guerra» las entradas y la escalada de tensión en Jerusalén.
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