La violencia de los últimos días, además de muertos y heridos, dejaron otra consecuencia en Jerusalén: una ciudad casi militarizada. La policía bloqueó las entradas del barrio Musulmán de la Ciudad Vieja e instaló detectores de metales para controlar a palestinos
«Nadie nos pidió nada o dijo que iban a instalarlos. De todas formas en esta zona hay ya muchos puestos de control y unas 20 videocámaras. No es nada nuevo. Sólo es que los israelíes tienen que calmarse y mantenerse lejos de la Mezquita de al-Aqsa», dijo un tendero del mercado antiguo en ese lugar.
La Explanada de las Mezquitas, que está tradicionalmente reservada a la oración musulmana, es la chispa que siempre inflama un conflicto entre israelíes y palestinos, que sigue siendo lo mismo hace décadas ¿cómo compartir tierra y derechos?
Recientemente el acceso para palestinos a la explanada fue muy limitado, mientras la policía israelí dejó entrar a ultranacionalistas y religiosos judíos, que sueñan que allí se construya el Tercer Templo.
«Queremos un Estado palestino con Jerusalén como capital, pero sólo conseguimos más asentamientos judíos en Cisjordania. El Gobierno israelí está presionado por grupos extremistas y les permite hacer todo. Así que los palestinos están tomando iniciativas», agregó el encargado de la tienda.
Hasta ahora las iniciativas son apuñalamientos que hirieron o mataron a ciudadanos israelíes y choques con soldados en Cisjordania y en el norte de Gaza, en los que murieron en total una decena de jóvenes palestinos.
La semana pasada, dos personas fueron acuchilladas a muerte en la calle Hagai de la Ciudad Vieja. La policía cerró las tiendas palestinas, permitiendo, sin embargo, protestas de activistas judíos.
«Fíjese en ese letrero. Dice: aquí están los participantes en el asesinato. Si ve a alguien siendo atacando y no ayuda, usted es también un asesino. Ya basta. Queremos que la policía y el ejército se queden aquí para protegernos, queremos que la ley nos proteja», exigió Shoshana Tel Laván, residente de la Ciudad Vieja.
En la ciudad se percibe nerviosismo y odio recíproco por todas partes. Y si la Autoridad Palestina (AP) llamó a protestas pacificas, el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, sugirió a judíos portar siempre sus armas.
Las autoridades israelíes volvieron a restringir este viernes, el tercero consecutivo, el acceso de musulmanes a la Explanada de las Mezquitas para participar en el rezo.
En virtud de una decisión adoptada por los organismos de seguridad tras valorar la situación en la Ciudad Vieja, donde se encuentra el recinto sagrado, se permitió únicamente el acceso a varones musulmanes mayores de 50 años y mujeres de cualquier edad.
La decisión fue adoptada debido a la intención de jóvenes árabes de provocar desórdenes en el Monte de Templo.
Limitaciones similares adoptadas por Israel el mes pasado y durante varias festividades judías en torno al Monte, caldearon los ánimos entre la población palestina musulmana local al no poder acudir al rezo a la Mezquita de al-Aqsa.
El Gobierno israelí prometió que con la línea dura regresarán el orden y la calma. Pero la mayoría de los palestinos y muchos israelíes también no quieren más una vida de conflicto. Quieren paz. Y para ésta no se necesita una solución militar, sino política.
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