La organización islámica Dawah atrae a millones de jóvenes con su prédica pacifista. Occidente no la considera una amenaza, e incluso cree que puede ser una esperanza para debilitar al Estado Islámico (EI). Sin embargo, algunas voces aún alertan sobre su eventual peligrosidad.
Con el precepto de que la religión «no es sólo rezar» sino que también exige «acción», los líderes de la orden ultraconservadora Dawah impulsan a su multitud de seguidores a mejorar la percepción que el resto del mundo tiene sobre el islam.
Con ese objetivo y con una prédica apolítica, ya atrajo a más de 50 millones de personas en más de 200 países, según publicó el portal The Christian Science Monitor.
El crecimiento de Dawah y el atractivo que significa para los jóvenes de Oriente Medio se basa en el vacío que dejaron los Hermanos Musulmanes en Egipto - donde tiene más de 300.000 adeptos - y el caos generado por los yihadistas del EI en Siria e Irak.
En todas esas tierras, este movimiento se extendió y ganó millones de adeptos al presentarse como una alternativa a las políticas de odio.
Sin embargo, su evolución plantea algunas dudas. Una de ellas es si este movimiento que rechaza la vida moderna - no tiene página de Internet ni redes sociales y considera a la música secular y a la televisión como fuentes de corrupción - podrá cumplir con sus promesas.
También existen dudas si podrá romper con las prácticas más extremistas del islam y logrará imponer su prédica, que rechaza el odio a otras religiones y personas, ya que considera que sólo cuando el mundo islámico esté espiritualmente unido podrá curar sus males.
Por todo esto, los analistas de Dawah se dividen entre quienes realmente creen que es una orden no violenta, que podría funcionar como un antídoto frente al EI, y los que opinan que representará otro peligro del que Occidente deberá preocuparse.
Algunos casos podrían justificarlas: por ejemplo, Mohammad Sidique Khan, organizador de los atentados en Londres en 2005, rezó bajo los preceptos de Dawah en una mezquita del noreste de Inglaterra.
Asimismo, John Walker Lindh, un norteamericano que luchó para los talibanes, asistió a reuniones de Dawah en Estados Unidos, donde tendría unos 50.000 seguidores.
En respuesta, las autoridades de Dawah afirmaron que esas personas rompieron los principios de su fe, que promueve que el amor y la oración conquistarán todo, y no representan al movimiento.
Tal vez por eso aún no sea una de las mayores preocupaciones del mundo occidental.
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