Algunos se alimentan con hierba y hojas de árboles para calmar el hambre y sobrevivir. Otros consumen gatos y perros. Eso es lo que sucede en poblaciones de Siria sitiadas por la guerra civil que desde hace cinco años azota a la nación árabe y que ya dejó más de 250.000 muertos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) advirtió que en la localidad de Madaya la situación es «extremadamente desesperada».
Según algunas organizaciones de ayuda humanitaria que operan en la región, en esta ciudad controlada por fuerzas rebeldes y situada a 25 kilómetros al noreste de Damasco, algunos civiles están muriendo por la escasez de alimentos y medicamentos, o al intentar escapar del cerco.
En las poblaciones noroccidentales de Foah y Kefraya, que están en manos del Gobierno, la situación también es dramática.
El Ejecutivo sirio anunció que permitirá la entrada de asistencia a Madaya.
Desde el Programa Mundial de Alimentos de la ONU informaron que si se permite el acceso, los camiones con suministros podrían llegar a la zona este lunes 11 de enero.
Según la ONU, todas las partes en el conflicto sirio utilizan los sitios a pueblos y ciudades como estrategia de guerra, lo que supone una violación del derecho internacional humanitario.
En Siria cerca de 4,5 millones de personas viven en áreas de difícil acceso, incluyendo 400.000 en 15 lugares sitiados que no tienen acceso a los suministros necesarios para sobrevivir.
Madaya, situada a 11 kilómetros de la frontera con Líbano, está sitiada desde principios de julio por fuerzas del Gobierno y sus aliados de la organización terrorista Hezbolá.
A mediados de octubre, se permitió la entrada de 21 camiones con suministros humanitarios y medicinas en la localidad, donde se cree que viven unas 40.000 personas.
Las condiciones sólo empeoraron desde entonces, con la llegada del invierno y un parón de asistencia.
El portavoz del CIRC, Pawel Krzysiek, dijo que visitó Madaya recientemente y que la situación ya era muy difícil.
«La gente vive allí con lo básico. Ahora, la situación es más desesperada», explicó
«El invierno obviamente hace las cosas peores, con la gente buscando lo que puede para encender sus estufas, incluyendo plástico, que produce serios problemas respiratorios», agregó.
Krzysiek afirmó que el CIRC no puece confirmar cuántas muertes se registraron en Madaya, pero el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una organización con base en Reino Unido, informó que diez personas murieron por falta de alimentos en semanas recientes y que otras trece fueron acribilladas por las fuerzas leales al Gobierno o destrozadas por minas cuando salían en busca de alimentos.
Además, aseguraron que 1.200 personas en la población murieron de enfermedades crónicas al no poder medicarse y que más de 300 niños estaban sufriendo de desnutrición y otros males.
«Los ciudadanos están muriendo. Están alimentándose del suelo. Comiendo gatos y perros», relató un activista cuya familia vive en Madaya e instó a la ONU a que la comunidad internacional apoye al pueblo y abra corredores humanitarios.
Los observadores dijeron que el Gobierno de Bashar al-Assad reforzó más el sitio de Madaya en represalia por los sitios de Foah y Kefraya.
Se informó además que la situación en estas poblaciones, que son principalmente chiítas y que están en manos rebeldes, también empeoraron desde de caída en septiembre de una base aérea del Gobierno donde podían aterrizar helicópteros que llevaban suministros.
Se estima que unas 30.000 personas están atrapadas en esas localidades y que se ven forzadas a comer césped y a someterse a operaciones sin anestesia, según unos soldados del Gobierno heridos, que fueron evacuados a finales de diciembre.
Pawel Krzysiek señaló que es «prioridad urgente» de la Cruz Roja llevar alimentos a Madaya, Foah y Kefraya en los días venideros, pero advirtió que habría que negociar el acceso.
El régimen de Assad informó, sin embargo, que permitirá la entrada de asistencia a Madaya, en los próximos días.
El costo de los productos básicos en Madaya se disparó en las últimas semanas, llegando a pagarse 250 dólares por un kilo de trigo molido y 300 dólare por 900 gramos de leche en polvo para bebés.
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