La iglesia católica en Tierra Santa condenó el ataque al Monasterio de Latrún, próximo a Jerusalén, donde unos vándalos pintaron grafitis anti-cristianos y quemaron la puerta de entrada en lo que parece tratarse de un acción de radicales judíos.
En un comunicado difundido por el Patriarca Latino de Jerusalén, monseñor Fuad Twal, la iglesia católica se pregunta «¿Por qué los cristianos están de nuevo en el punto de mira?», y denuncia la «enseñanza de desprecio» hacia los cristianos prevalente en la sociedad israelí.
Los monjes del Monasterio de Latrún se despertaron de madrugada al detectar que la puerta de entrada ardía, y encontraron las paredes pintadas en hebreo de «Jesús es un mono» y «Ramat Migrón», en referencia al asentamiento judío en Cisjordania evacuado el domingo por el Ejército y la Policía israelíes.
«Lo que ocurrió en Latrún es la continuación de una larga serie de ataques contra los cristianos y sus lugares de culto. ¿Qué pasa en la sociedad israelí de hoy para que los cristianos sean los chivos expiatorios y los objetivos de tales actos de violencia?», refierió la Iglesia.
El comunicado también fue rubricado por el Presidente de la Asamblea de Ordinarios, Giorgio Lingua y el Nuncio Apostólico de Jordania y ex Patriarca Latino Michel Sabbah, entre otros.
«Los monjes de Latrún dedican su vida a la oración y al trabajo. Cientos de israelíes judíos visitan el monasterio cada semana y los monjes los reciben con caridad y afecto. Algunos aprendieron el hebreo y favorecen la comprensión mutua y la reconciliación entre judíos y cristianos, según las enseñanzas de la Iglesia», reza el texto y se pregunta: «¿Qué tipo de enseñanza del desprecio a los cristianos se transmite en sus escuelas y en sus casas? Y, ¿por qué no se encuentra ni se entrega a los culpables a la justicia?».
De momento, no hubieron detenciones relacionadas con este caso de vandalismo, aunque los medios apuntan a que podría tratarse de una nueva acción de radicales judíos en represalia por el reciente desalojo del asentamiento de Migrón.
Las fuerzas de seguridad israelíes se mantenían en alerta ante la posibilidad de que extremistas judíos llevasen a cabo actos de la conocida como «Etiqueta de Precio», que consiste en vengarse con ataques, generalmente contra palestinos y sus propiedades, cuando las autoridades toman alguna medida contraria a sus intereses.
El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, denunció lo sucedido, que calificó en un comunicado de «acto criminal», antes de asegurar que «sus responsables deben ser severamente castigados».
En iguales términos se manifestó el titular de Defensa israelí, Ehud Barak, quien llamó a la Policía, al Shin Bet y a la Fiscalía del Estado a combatir el terrorismo judío.
«Debemos luchar con puño de hierro y poner fin a este grave fenómeno que ensucia el nombre del Estado de Israel», afirmó.
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