En presidente de EE.UU, Barack Obama, anunció su decisión de tomar represalias militares contra el régimen de Siria, pero para fortalecer su posición política y legitimar la operación militar, someterá su resolución a la votación del Congreso, lo que, como mínimo, retrasará varios días el posible ataque, si es que no lo impide por completo, teniendo en cuenta que la oposición republicana tiene el control de la Cámara de Representantes.
Obama declaró, en una comparecencia en la Casa Blanca, que, como comandante en jefe, está capacitado para ordenar el ataque en cualquier momento. Pero añadió que, «como presidente de la democracia constitucional más veterana del mundo, es preciso liderar, no sólo con la fuerza, sino también con el ejemplo», por lo que, aunque no esté obligado legalmente a ello, va a implicar a los representantes de los ciudadanos en esta responsable decisión.
Se trata de una maniobra enormemente arriesgada, puesto que Obama está lejos de tener asegurado un voto favorable, pero, al mismo tiempo, increíblemente hábil, ya que, sin renunciar a una respuesta firme contra el régimen de Bashar al-Assad, le otorga a su decisión una legitimidad, al menos desde el punto de vista nacional, que lo pone a salvo de futuros y previsibles riesgos una vez que la operación militar se inició.
Obama estableció, además, un precedente: todos los últimos presidentes norteamericanos, desde Reagan hasta Clinton, procedieron sin votación en el Congreso a acciones militares de muchas más envergadura que la que se espera en Siria, que Obama repitió que será limitada y no incluirá el despliegue de tropas sobre el terreno. «Sé que puedo hacerlo sin la autorización del Congreso, pero seremos más efectivos si buscamos su aprobación», declaró el presidente.
Este paso abre, no obstante, un largo proceso de debate lleno de incertidumbres. Obama dijo que comunicó su decisión al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, a la líder demócrata en esa cámara, Nancy Pelosi, al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y al líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quienes le comentaron que respaldaban su medida. Falta ahora que esos líderes convoquen a sesiones de urgencia a sus respectivas cámaras, que actualmente se encuentra en receso.
Si no se produce una convocatoria urgente, el debate en el Congreso no podría celebrarse hasta el próximo 9 de septiembre. Aún convocándose una sesión de emergencia, el debate podría ser largo, sobre todo en la Cámara de Representantes, donde los líderes republicanos no tienen pleno control sobre un extenso grupo de congresistas vinculados al Tea Party cuya oposición a Obama es conocida.
En su intervención, el líder norteamericano describió lo ocurrido en Siria como «el peor ataque químico del siglo XXI», y la necesidad de darle respuesta. «¿Qué mensajes estaremos mandando si un dictador puede gasear cientos de niños hasta la muerte a la vista de todo el mundo sin pagar un precio?», preguntó.
El momento del ataque queda ahora pendiente de esos dos factores: la decisión del Congreso y de la opinion pública. Obama trató también de quitarse presión de encima sobre la fecha de la intervención. «Puede ser en un día, en una semana, en un mes», afirmó. Las fuerzas militares están listas y la decisión plenamente tomada.
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