Los archivos de Francia de la 2ª Guerra Mundial ayudaron a producir un catálogo de más de mil pinturas, tapices y esculturas juntadas por el oficial nazi Hermann Goering, en gran parte robadas a judíos deportados a campos de exterminio.
Es un esfuerzo por recordarles a los lectores modernos los crímenes de los nazis en momentos en que el número de sobrevivientes del Holocausto se reduce y grupos de extrema derecha en Europa suscitan un sentimiento nacionalista. La publicación del catálogo también podría revivir los esfuerzos por devolver obras robadas por los nazis a las familias judías.
«Las obras de arte nunca deben ser objeto de saqueo», escribió el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, en un prólogo del nuevo libro. «Constituyen un bien común de la humanidad. Esta verdad es eterna; la publicación de este trabajo es una ocasión para recordarlo».
Un retrato de Goya y un paisaje de Sisley están entre las 1.376 obras de maestros italianos, holandeses, franceses y alemanes que adornaron la casa de Goering en Carinhall, cerca de Berlín.
También incluye el libro de contabilidad de Goering, cuidadosamente mantenido, con comentarios escritos a mano sobre la calidad de las obras y notas de oficiales nazis sobre cuándo y a dónde las llevaron.
El libro de contabilidad estaba entre los documentos confiscados por las fuerzas francesas a Alemania al final de la guerra, según el Ministerio de Exteriores de Francia.
Con la guía, Goering reunió una colección digna de un museo que abarcó los principales géneros artísticos de Europa occidental. En repetidas ocasiones visitó durante la guerra la ocupada París, un prominente mercado mundial del arte.
Al final de la guerra, algunas de las obras fueron encontradas por tropas estadounidenses, y el gobierno francés se dedicó a recuperar arte saqueado de Francia.
Muchas obras fueron devueltas a familias judías, pero otras permanecen en colecciones del gobierno al no haberse encontrado sus dueños legítimos.
El historiador Jean-Marc Dreyfus, quien compiló el catálogo, está reavivando los esfuerzos para devolver arte robado a sus propietarios.
El mismo Fabius describió la colección como «un detestable trofeo de caza».
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