¿Cuándo son legítimas las críticas al Gobierno israelí y a sus políticas en Oriente Medio? ¿Son utilizadas por algunos para amparar el antisemitismo? Esta es la discusión que desde hace meses tienen los estudiantes y administradores de la Universidad de California (UC), en el oeste de Estados Unidos.
En mayo, un grupo de prominentes organizaciones judías enviaron una carta a la institución académica pidiendo que adoptara una postura clara sobre las actitudes - tanto de palabra como de hecho - que se consideran una expresión de odio hacia los judíos.
En la misiva dirigida al Consejo Rector de la UC se denunciaba el aumento de los incidentes antisemitas en los campus de la universidad y se solicitaba la adopción de la definición de antisemitismo del Departamento de Estado de EE.UU.
Esta contempla como antisemítico el demonizar a Israel, culpar a Israel de las tensiones interreligiosas en Oriente Medio, comparar las políticas de Israel con las de los nazis o negar el derecho a existir de Israel.
También especifica que las críticas a Israel comparables a las que se hacen a cualquier otro país no pueden ser consideradas antisemitas.
Los que se oponen a la adopción de esta definición aseguran que va en contra de la protección constitucional de la libertad de expresión y que con ella se quiere acallar las críticas de los estudiantes de la UC a las políticas del Gobierno israelí, que se incrementaron tras la incursión militar israelí en la Franja de Gaza contra Hamás en julio de 2014.
También señalan que se pretende frenar la campaña de boicot a las compañías que operan en Cisjordania, que tuvo un gran eco entre algunas asociaciones de estudiantes de California.
Por su parte, los grupos judíos promotores del cambio aseguran que tras las protestas que hubieron en los últimos meses en los campus de la UC en contra de las políticas de Israel se oculta un mensaje antisemita y denuncian que los ataques contra los estudiantes judíos se incrementaron.
A mediados de septiembre el Consejo Rector de la UC presentó el borrador de una «declaración de principios contra la intolerancia» que condena los prejuicios, la violencia, las amenazas y el discurso de odio en base a la raza, la etnicidad, la religión, la ciudadanía, el género y la orientación sexual.
Este documento, que no incluye una definición concreta de antisemitismo, no fue del agrado de las organizaciones judías, por lo que los responsables de la UC decidieron formar un nuevo grupo de trabajo que en los próximos meses deberá presentar una nueva propuesta.
En mayo, la presidenta de la UC, Janet Napolitano, aseguró que está de acuerdo con la definición de antisemitismo del Departamento de Estado, aunque dijo que dejará que sean los rectores del centro universitario los que decidan si se adopta.
«Los grupos que se oponen a la definición del Departamento de Estado están tratando de bloquear cualquier iniciativa de la comunidad pro Israel, porque no están de acuerdo con nuestra visión. Incluso bloquean aquellas medidas que sólo hablan del antisemitismo y no de Israel. Es ridículo», aseguró Ilán Sinelnikov, presidente del grupo Estudiantes que Apoyan a Israel.
«Ser estudiante pro Israel en la UC no es fácil. Y la línea que separa a los activistas que no están de acuerdo con Israel de aquellos que tienen posturas antisemitas es muy fina», afirmó Sinelnikov.
«El año pasado el campus de la UC en Irvine adoptó una resolución de boicot de empresas israelíes y al día siguiente en la casa de una fraternidad judía aparecieron pintadas unas esvásticas. Creemos que ambos hechos están relacionados», agregó.
«También hubo el caso de una estudiante de la UC en Los Ángeles a la que no le dieron trabajo por ser judía, ya que asumieron que estaba a favor de Israel», aseguró.
«Es inaceptable y por eso se introdujo la resolución para que se adopte la definición del Departamento de Estado, para evitar que cosas más graves pasen en el future. No podemos tolerar más actos antisemitas en las universidades», añadió Sinelnikov.
Robert Shibley, director de la Fundación por los Derechos Individuales en la Educación (FIRE, por sus siglas en inglés), dedicada a la defensa de libertad de expresión en los campus universitarios de EE.UU, cree que «la adopción por parte de la UC de la definición del Departamento de Estado sería inconstitucional».
«Una de las características de la libertad de expresión en EE.UU es que la gente es libre de realizar comentarios que algunas personas pueden considerar que demonizan a alguien, pero es una cuestión de opinión y por eso las autoridades no pueden decidir qué se puede decir y qué no», dijo Shibley.
«Nos preocupa que esa definición coarte la libertad de expresión de los estudiantes, a los que se podría penalizar por mostrar su desacuerdo con las políticas del Gobierno israelí», explicó.
«No hay duda de que se producen actos delictivos que son antisemitas. Pero esos ya son considerados delitos y son castigados, así que no creemos necesario que haya una definición de antisemitismo institucionalizada en los campus», apuntó el director ejecutivo de FIRE.
Liz Jackson, abogada en California de la organización Palestina Legal, dedicada a defender los derechos constitucionales de los activistas palestinos en EE.UU, coincide con Shibley en que «la adopción de una definición del Departamento de Estado borraría la línea que separa el antisemitismo de las críticas a Israel».
«Nos oponemos a cualquier intento de calificar el activismo en favor de los derechos humanos y la libertad como antisemita. Más teniendo en cuenta que los grupos de estudiantes que critican las políticas de Israel son activistas que también combaten el racismo y defienden la igualdad para todo el mundo», señaló.
«Quienes están presionando para que se adopte esa definición están mucho más preocupados por suprimir el debate en los campus sobre Israel que en acabar con el antisemitismo. Quieren censurar y castigar a los estudiantes y a los profesores que critican las políticas de Israel. Es algo que está sucediendo en universidades de todo el país», expresó.
Según Jackson, no existen datos que avalen la tesis de que los actos antisemitas crecieron en la UC.
«No quiero restarles importancia a los que sí sucedieron. Yo misma son judía y ex alumna de la UC. Pero creo que se producen más contra los estudiantes árabes, a los que por ejemplo, se acusa de terrorismo y se amenaza de muerte», declaró.
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