Bernie Sanders (74) acaba de hacer historia. Su victoria en Nueva Hampshire rompió una barrera tan antigua como la república norteamericana: el senador de Vermont se convirtió en el primer candidato judío en ganar una contienda a la nominación presidencial.
Pero incluso aunque esa innovadora hazaña estaba muy cerca de lograrse en los días previos a las primarias y dado que la atención estaba cada vez más enfocada en el ascenso de su campaña para la nominación demócrata, el político nacido en Brooklyn fue mencionado muy poco a nivel nacional.
En parte, esto es porque Sanders, un autoproclamado socialista demócrata, se describe repetidamente como un judío laico sin fuertes vínculos con la religión. Pero los activistas políticos judíos, estudiantes de historia y encuestadores dicen que el origen del candidato fue pasado por alto porque las actitudes hacia los judíos en Estados Unidos evolucionaron al punto donde no hay estigma ligado a sus antecedentes.
«De cierto modo, esa no es historia», dijo Sandy Maisel, profesora de Colby College que le da seguimiento a la posición social de los judíos en Estados Unidos. «Y el hecho de que no es ninguna novedad hace que sea una historia bastante interesante».
En la asamblea ciudadana, Cooper señaló la fe de Sanders cuando un miembro de la audiencia preguntó cómo el candidato alcanzaría a los votantes religiosos.
«Es judío, pero dijo que no está involucrado de forma activa con la religión organizada», afirmó Cooper. «¿Qué le dice a un votante que considera la fe como un principio rector en su vida y quiere que ese sea un principio rector para este país?», le preguntó.
«Ese es un principio rector en mi vida, absolutamente, lo es», respondió Sanders, ofreciendo cierta idea sobre cómo percibe él la relación entre religión y gobierno. «No me habría postulado para la presidencia de Estados Unidos si no tuviera fuertes sentimientos religiosos y espirituales».
Sanders describió esa espiritualidad como una sensación «de que todos estamos juntos en esto y que cuando los niños pasan hambre, cuando los veteranos duermen en la calle, eso tiene un impacto en mí».
Hillary Clinton, por su parte, dice con frecuencia que es metodista. Las referencias a la fe también son bastante comunes en el lado del Partido Republicano. Donald Trump declaró que tiene una «gran relación con Dios» y el cristianismo es una pieza central de los senadores Ted Cruz y Marco Rubio.
Sin embargo, las razones por las que la religión de Sanders no recibió más atención van más allá de su propia decisión retórica. También hablan de la evolución en las actitudes hacia los judíos en la sociedad estadounidense.
«Lo que vemos es que la gran mayoría del público estadounidense, el 80%, dice que el hecho de que un candidato sea judío no haría una diferencia en su voto, de una manera u otra», dijo Greg Smith, el director asociado de investigación del Centro de Investigación Pew, en referencia a una reciente encuesta. El resto está dividido casi de la misma forma entre los que dicen que serían más propensos a votar por un candidato judío y los que no.
La respuesta llevó a Pew a categorizar el judaísmo de los contendientes políticos como uno de los «rasgos que no son ni activos o pasivos», lo mismo que para los evangélicos. Por el contrario, ser mormón o musulmán comprobó ser una dificultad potencial.
Steve Rabinowitz, un agente veterano democrático, activista judío y, sobre todo, un partidario de Clinton, describe la religión de Sanders como apenas «notable».
«Estamos en el punto en que el hecho de que un judío se postule a la presidencia no es gran cosa», afirmó Rabinowitz. «A nivel nacional, estamos allí. Llegamos tanto a ese punto que para muchos judíos el hecho de que Sanders no abrace su identidad judía es un problema, en lugar de la idea de que podría irle mejor si lo ocultaba más», agregó.
Maisel, autor del libro «Jews in America Politics» (Los judíos en la política estadounidense), estuvo de acuerdo en que la religión de Sanders no era una vulnerabilidad.
«Llevé a cabo una entrevista con un periódico israelí la semana pasada, el cual dijo: «¿No es esto increíble? ¿Acaso la gente votará en contra de él porque es judío?», lo relacionó Maisel. «Le dije: 'No, votarán en contra de él porque es demasiado liberal'. O quizá porque él es demasiado laico».
Según Pew, la cuestión de la religión frente a la religiosidad brinda una respuesta más instructiva que cualquier relación con una fe específica. Aunque 8 de cada 10 dijeron que sus votos no serían influenciados, para mejor o peor, al enterarse de que un candidato es judío, más de la mitad de los votantes, 51%, dijeron que estarían menos propensos a apoyar a uno que «no cree en Dios».
Sin embargo, los mismos judíos no necesariamente consideran las creencias religiosas como clave para identificarse como judíos.
Una encuesta de 2013 llevada a cabo por el Centro de Investigación Pew encontró que solo el 15% de la comunidad judía estadounidense dijo que ser judío era «principalmente una cuestión de religión», ya que el resto detallaba su ascendencia y cultura como más importante.
Aunque Sanders podría no ser observador - como lo demuestra su decisión de dar un discurso en la universidad evangélica Liberty University en el primer día de Rosh Hashaná - le dijo a la prensa en un desayuno organizado por The Christian Science Monitor en junio: «Me siento orgulloso de ser judío».
Cuando invoca sus antecedentes religiosos, Sanders trata de resaltar que es algo que ayudaría al progreso de Estados Unidos.
Después de que el candidato presidencial republicano Ben Carson dijera en octubre que no podría soportar a un presidente musulmán, Sanders pronunció un reproche político dentro de una historia personal.
«Voy a ser muy personal aquí si se me permite. Soy judío. La familia de mi padre murió en los campos de concentración», les dijo a los estudiantes partidarios en Virginia unos días más tarde. «Haré todo lo posible para librar a este país de la fea mancha del racismo que existe desde hace muchos años».
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