La actriz israelí, Natalie Portman (31), nunca imaginó que su regreso a Jerusalén, en su debut como directora, pudiera ser objeto de una controversia religiosa. No tanto por el guión de la película, una adaptación de «Una historia de amor y oscuridad», la novela autobiográfica del escritor hebreo Amós Oz, sino por el lugar elegido para recrear los tiempos del Mandato Británico en Palestina.
Se trata de los barrios de Mea Shearim y Nahlaot, habitados por crecientes comunidades de ultraortodoxos judíos, cada vez más visibles e influyentes en una ciudad considerada santa, venerada y reclamada también por cristianos y musulmanes.
Aunque el rodaje apenas sufrió contratiempos, varios grupos de haredim y algunos vecinos se quejaron del ajetreo de las cámaras y el ir y venir de personas y equipos cerca de instituciones religiosas, además del corte de varias calles al tráfico.
Residentes de Nahlaot enviaron una carta a la municipalidad para protestar por los rodajes que «se realizaban en calles cercanas a lugares religiosos sensibles como sinagogas y escuelas» y para pedir que todo se supervisara con antelación para evitar ofensas.
Desde la municipalidad respondieron asegurando que todos los actores involucrados en la película se vestirán modestamente mientras estén en esa zona.
Portman, quien nació en Jerusalén, no sólo es la directora del filme sino que además protagoniza el papel de la madre de Amós Oz.
La historia, que se rodará en hebreo, gira alrededor de su salud mental y los intentos de su marido para ayudarla durante la década de 1940.
Cabe destacar que Portman tiene todos los permisos necesarios para llevar a cabo la filmación. El problema se presentó luego de que las autoridades de la intendencia no informaran oportunamente a los habitantes de dichos barrios.
Varios ultraortodoxos dibujaron grafitis en las calles de los barrios en los que denuncian lo que consideran una «invasión extranjera» en su distrito.
Rajel Azaria, vicealcalde de Jerusalén, afirmó a los medios que existe una tensión constante en la ciudad «por la diversidad que alberga y la determinación de algunos sectores por impedir dicha diversidad».
Portman se encuentra en Jerusalén con su marido Benjamin Millepied, bailarín y coreógrafo francés que anunció que se convertirá al judaísmo, y con su hijo Aleph, de dos años y medio.
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