Alumnos de una escuela secundaria en Tel Aviv están tratando de perfeccionar la forma de cultivar la espirulina, un alga conocida como «súper alimento» ya que contiene 70% de proteínas.
Los esfuerzos de un grupo de alumnos del Gymnasium hebreo Herzlía, en Tel Aviv, para hacer crecer algas en botellas de plástico y ayudar así a combatir la desnutrición, atrajo la atención de la UNESCO, la Asociación Rotary Internacional, organismos internacionales de educación y decenas de escuelas africanas.
Los alumnos están tratando de perfeccionar la forma de cultivar la espirulina, un alga que es conocida como «súper alimento», ya que contiene 70% de proteínas, más que cualquier otro sustento natural. Cuenta con todos los aminoácidos que requieren los seres humanos y un alto nivel de vitaminas.
El objetivo es encontrar un sistema barato, simple y efectivo para hacer crecer las algas; un modelo que pueda ser instalado en escuelas de países pobres y ayudar a alimentar a millones de niños en todo el mundo. «No van a sentirse llenos», explicó Maya Levy, una de los adolescentes que trabajan en el proyecto. «Pero ya no estarán desnutridos», agregó.
Los alumnos dividen la solución de las algas en crecimiento en botellas de plástico, las cuales se adjuntan a una instalación de madera que inserta en ellas burbujas de carbono.
«Tenemos luz solar, carbono en la fotosíntesis y una máquina de hacer burbujas que las mezcla», explicó Miri Wilizhinsky, otra participante del proyecto.
La máquina de burbujas evita que los alumnos tengan que llevarse las botellas a sus casas. «Tendríamos que estar agitándolas todo el tiempo», explicó Noa Colander.
La maestra, Lidia Sassón, quien supervisa el emprendimiento, señaló que los alumnos establecieron una corporación de beneficio público llamada «Algeed» para avanzar en el proyecto.
«Tenemos investigadores, desarrolladores y documentación, pero como en cualquier nueva empresa, todo el mundo hace de todo», aseveró.
El proyecto pasará muy pronto a la siguiente fase: trasladarlo a 10 escuelas judías y árabes para comenzar allí también el crecimiento de la espirulina en un sistema definido como semi-industrial.
«Esperamos que dentro de un año terminaremos la investigación y llevaremos esto al todo mundo», dijo el director de la escuela, el Dr. Zeev Dgani.
Esta semana recibieron la visita de un alto funcionario del ministerio de Educación de Etiopía para ver el proyecto. «Las organizaciones que trabajan con nosotros están esperando que estemos listos. El potencial inicial es de entre 700 y 1.000 escuelas en todo el mundo», recalcó Dgani.
Una vez por semana viene a visitarlos Boris Zlotnikov en calidad de asesor técnico, ya que tiene una granja de cultivo de espirulina en el Negev, y también el Dr. Yarón Yehoshúa, fundador del Centro de Biotecnología de Algas en la Universidad de Bar Ilán, que acompaña la investigación de forma voluntaria.
Yehoshúa señaló que una ventaja importante de la espirulina es que es fácil de producir. «Todavía tenemos una serie de experimentos que completar: diferencias de temperatura, concentraciones de comida base para las algas, cantidades de luz y diferentes métodos de cultivo, entre otros», dijo.
«Al final del proceso vamos a llegar a las condiciones óptimas de crecimiento y construir un modelo que aumente la concentración de proteínas en las algas para beneficio de los desnutridos», indicó.
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