Israel también experimenta el escrache a sus políticos: alrededor de doscientas personas se manifestaron frente a la vivienda del nuevo ministro de Finanzas, Yair Lapid.
Finalizada la jornada de Shabat, los manifestantes se congregaron frente a la vivienda del popular ex periodista televisivo reconvertido en político portando pancartas con leyendas como: «Libera fondos para viviendas públicas», «Yair, hay familias que pasan hambre», y «Niño rico, deja de vivir en un sueño», informó el diario local «Yediot Aharonot».
«Lapid no debe olvidar a las clases bajas», declaró al medio una de las manifestantes, Vicky Vanunu, que añadió que ella lo que quiere es «trabajar para ganar más dinero y no necesitar ayuda del Estado».
«Llegamos hasta aquí para asegurarnos que el ministro de Finanzas no sirva únicamente al percentil más alto en la escala social», añadió.
Lapid, líder del partido centrista Yesh Atid, que se convirtió sorprendentemente en la segunda fuerza política en los últimos comicios israelíes, aseguró inmediatamente después de acceder al cargo, que Israel tiene un déficit «monstruoso, ominoso y creciente» y anunció dolorosos recortes para hacerle frente.
Lapid y su nuevo partido atrajeron buena parte del voto israelí con promesas de mejorar la situación del ciudadano medio y aumentar la participación de los sectores ultraortodoxos y árabes en el Ejército, en el servicio social y en el mercado laboral.
La semana pasada, Lapid fue blanco de duras críticas tras escribir una polémica entrada en su página de Facebook en la que llamaba a sus asesores a centrarse en los problemas de lo que él entendía como la clase media del país.
En su texto, el ministro ponía como ejemplo a una ficticia «Riki Cohen de la ciudad de Hadera», maestra casada con un técnico medio, cuya familia ingresaría alrededor de 20.000 shekels al mes - unos 6.000 dólares -, una cifra muy superior a la que en realidad disfruta una familia de clase media israelí.
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