El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, atacó a EE.UU por condenar la decisión de construir nuevas viviendas en barrios de Jerusalén.
Netanyahu dijo que la Casa Blanca debe «informarse de los hechos antes de criticar», después de reunirse con el presidente norteamericano, Barack Obama.
El proyecto para edificar 2.500 nuevas viviendas en un barrio de Jerusalén Este se aprobó en días pasados y se dio a conocer casi al mismo tiempo que el jefe del Gobierno hebreo y el líder de EE.UU celebraban su encuentro.
Netanyahu negó que fueran asentamientos al argumentar que se trataba de un barrio de Jerusalén.
«Creo que deben informarse con más precisión de los hechos antes de criticar. No son asentamientos. Son barrios de Jerusalén; allí tenemos barrios árabes y barrios judíos», afirmó Netanyahu, citado por la prensa local.
Al hilo de este argumento, admitió que el momento para esta polémica «no me hace sentir bien», pero insistió en que «lo más importante es conocer los hechos correctamente. Es decir, empezar por los hechos».
Netanyahu, no obstante, negó haber hablado con Obama de esta cuestión, e indicó que su conversación «fue muy general», sin entrar en asuntos específicos.
Estados Unidos y la Unión Europea denunciaron que desde el pasado verano, el actual Gobierno israelí intensificó la construcción de «nuevas colonias, en particular en Jerusalén, en un intento por cambiar la demografía de la ciudad».
«Este tipo de actos sólo conducen a la condena de la comunidad internacional y también ponen en cuestión el compromiso verdadero de Israel con la negociación pacífica con los palestinos», manifestó Josh Earnest, portavoz de Obama.
La portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Jen Psaki, afirmó que debido al plan de la construcción de 2.600 nuevas viviendas en un área muy controvertida de Jerusalén Este, las naciones del mundo «cuestionarán el compromiso definitivo de Israel con una solución pacífica y negociada» del conflicto con los palestinos.
Según la portavoz, esta decisión provocará la desaprobación por parte de la comunidad internacional, así como «distanciará a Israel incluso de sus aliados más cercanos, envenenará el ambiente no sólo en las relaciones con los palestinos, sino también con los gobiernos árabes con los que el primer ministro Netanyahu quiere establecer relaciones», dijo Psaki.
El ayuntamiento de Jerusalén aprobó esta semana la edificación de 2.500 viviendas en el barrio árabe de Beit Safafa, dentro de un proyecto llamado Givat Hamatós, que tiene como objetivo completar la cadena de Giló y Talpiot y separar Jerusalén de la ciudad palestina de Belén.
Estados Unidos también condenó la entrada esta semana de un grupo de judíos en un complejo de seis edificios y 25 departamentos del barrio de Silwán en Jerusalén Este, basándose en una historia de traiciones familiares y transacciones opacas.
Earnest aseguró que este tipo de acciones son «provocativas y elevan la tensión en un momento en el que ya se encuentran muy altas».
Analistas israelíes afirmaron que pese al buen tono de la rueda de prensa posterior, la relación entre Obama y Netanayahu sigue siendo «distante y tensa» debido a cuestiones como el programa nuclear iraní y la muerte de miles de civiles palestinos en la ofensiva israelí en Gaza «Margen protector».
Funcionarios cercanos al encuentro afirmaron que gran parte del mismo consumió el asunto de Irán, país con el que el denominado Grupo 5+1 negocia un acuerdo al que se opone Israel.
También se discutió el plan que la Autorida Palestina (AP) presentará ante el Consejo de Seguridad para que en octubre de 2016 acabe la ocupación israelí y se declare el Estado palestino en las fronteras de 1967, que probablemente Washington vetará.
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