Los llamamientos a la calma del Gobierno hebreo y de la Autoridad Palestina (AP) no parecen haber surtido efecto para frenar la ola de violencia, que en la última semana se cobró la vida de cuatro israelíes, causó una docena de heridos y amenaza con desencadenar una nueva Intifada.
Este jueves se registraron cuatro acuchillamientos de israelíes por jóvenes palestinos. Un estudiante rabínico resultó gravemente herido en Jerusalén, mientras cinco personas en Tel Aviv, entre ellas una joven soldado, sufrieron cortes ligeros.
Otra civil más recibió heridas graves en el asentamiento de Kiriat Arba, próximo a Hebrón (Cisjordania), mientras en otro apuñalamiento en Afula, al norte de Israel, un soldado sufrió lesiones graves.
Los ataques se extendieron desde Jerusalén y Cisjordania hacia el resto de Israel, donde se produjeron nueve agresiones con armas blancas desde el pasado sábado.
En la AP se contabilizan hasta ahora tres manifestantes muertos en Belén y Tulkarem, el último este jueves en el campo de refugiados de Shuafat de Jerusalén Este en un enfrentamiento con los soldados, y cuatro agresores abatidos por la policía tras los acuchillamientos, el último también este jueves en Tel Aviv.
Otros atacantes fueron tiroteados o detenidos por las fuerzas de seguridad. Centenares de jóvenes palestinos resultaron heridos, además, en los disturbios que se reproducen a diario en Cisjordania y Jerusalén Este.
En este clima cercano al levantamiento, responsables de seguridad palestinos e israelíes mantuvieron reuniones para intentar impedir que la violencia se desborde.
En una entrevista concedida al diario «Haaretz», El presidente de la AP, Mahmud Abbás, rechazó la violencia y pidió contención.
Fuentes de los servicios de inteligencia israelíes citadas por «Yediot Aharonot» destacaron que las fuerzas palestinas están cooperando con el Ejército israelí para intentar rebajar la tensión.
Abbás pidió ante el comité central de su partido, Al Fatah, que los israelíes se mantengan alejados de los lugares sagrados musulmanes y cristianos de la AP.
El Gobierno de Netanyahu, por su parte, suprimió las restricciones de acceso para los palestinos a la Explanada de las Mezquitas y prohibió a ministros y diputados israelíes, entre los que se incluyen los miembros de la Lista Conjunta Árabe, que visiten el Monte del Templo de la Ciudad Vieja de Jerusalén para evitar provocaciones.
Varios miembros del Gabinete acudieron durante las últimas fiestas judías al lugar. Uno de ellos fue el titular de Agricultura, Uri Ariel. Las protestas de los palestinos por el aumento de la presencia de judíos en el considerado tercer lugar sagrado del islam no dejó de crecer desde entonces.
El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, recomendó a los ciudadanos israelíes que poseen armas que salgan con ellas a calle para reforzar la seguridad.
Sectores ultranacionalistas que representan a los colonos de los asentamientos en Cisjordania, mantienen una protesta desde el lunes ante la residencia del primer ministro en Jerusalén.
La sensación de inseguridad entre los israelíes se extendió por todo el país. Además de Jerusalén, escenario habitual de tensión, en la habitualmente tranquila llanura costera del centro del país se produjeron acuchillamientos en Tel Aviv, Petaj Tikva y su región metropolitan, en Ashkelón, en el sur, y la región de Haifa, en el norte.
A todo ello se suman los disturbios protagonizados por árabes israelíes, por primera vez en 15 años, en Yaffo y Lod, en las inmediaciones de Tel Aviv.
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