El Comité de Seguimiento de la minoría Árabe de Israel convocó para el jueves una huelga general en respuesta a la decisión del Gobierno israelí de ilegalizar al Movimiento Islámico del país.
La decisión la tomó el Comité en una reunión de emergencia celebrada en la ciudad de Nazaret tras conocerse la resolución del Ejecutivo hebreo, informaron fuentes de ese organismo citados por medios locales.
A la huelga del jueves, de la que quedaron excluidos los colegios, se sumará el sábado una manifestación en la ciudad árabe de Um El Fahmm, feudo de esa facción considerada por los servicios secretos israelíes de las más violentas de la minoría árabe.
«Nos es inaceptable. El Movimiento Islámico seguirá su camino hasta la victoria y en particular en la cuestión de Jerusalén y de la mezquita de Al Aqsa», dijo el jeque Raed Salah, líder del grupo.
Salah que esta semana debía entrar en prisión tras ser condenado a finales de octubre por un delito de incitación, violencia y racismo hace siete años, aseguró que seguirá actuando abiertamente, a pesar de que la nueva disposición expone a todo miembro a arresto y juicio.
Según el ministro de Inmigración y de Asuntos de Jerusalén, Zeev Elkin, la decisión preliminar la tomó el Ejecutivo hace dos semanas, y desde entonces se celebraron numerosos debates con los organismos judiciales y de seguridad.
Entre tanto, los organismos judiciales y policiales se preparaban para una operación que tuvo lugar esta pasada madrugada en la que se entregaron 17 órdenes de clausura a otros tantos centros y fundaciones que financian sus actividades.
En trece de ellas, informó la Policía en un comunicado, se inspeccionaron las oficinas y requisado todo tipo de equipos electrónicos y documentación, aunque por el momento no se produjo ningún arresto.
La decisión del Gobierno provocó la indignación de una buena parte de los ciudadanos árabes del país.
El diputado Taleb Abu Arar, de la Lista Árabe Conjunta, advirtió a la Radio de Israel que la prohibición del Movimiento Islámico es «una declaración de Guerra» contra la población árabe de Israel.
Basel Ghattas, diputado del mismo frente calificó al Ejecutivo de «insensate» y dijo que «Israel merece ser boicoteado porque se convirtió en un Estado fascista».
Ghattas pidió «que prohíban el sionismo».
Para el diputado árabe Ahmad Tibi, también de la Lista Conjunta, la decisión de ilegalizar al Movimiento Islámico es «un movimiento político del Gobierno de ultraderecha, culpable de la situación actual de incremento de la violencia, y que busca un chivo expiatorio en el grupo prohibido».
Tibi acusó al ejecutivo de Netanyahu de «explotar los terribles crímenes de París para conseguir sus propios objetivos».
Esta opinión la compartió el profesor de la Universidad de Haifa y analista político Asad Ghanem.
Para Ghanem, la ilegalización del Movimiento Islámico «es un ataque contra el islam y los musulmanes y contra la minoría palestina en Israel y es el reflejo de las creencias fascistas y antidemocráticas de Netanyahu».
«El Movimiento Islámico es un movimiento social bien establecido y distribuido en la sociedad árabe, es parte de nuestra sociedad», indicó el profesor, matizando que «es un ataque contra todos los árabes, no sólo contra ese grupo».
Según el sociólogo de la Universidad de Haifa, Sammy Samooha, galornado con el Premio Israel, un 42% de los árabes del Estado judío apoya al Movimiento Islámico, que consta de dos brazos, el del norte, considerado más extremista en sus visiones religiosas, y el del sur, que participa en la política israelí.
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