Inmerso en un debate sobre temas internos - el nuevo presupuesto - y con todos los satélites puestos en lo que llama «terremoto regional», Israel recibió hoy al nuevo secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, con una mezcla de sentimientos.
Por un lado, cierta preocupación ante la fama de Hagel en Washington - amplificada en el proceso de su nombramiento - de no ser proisraelí como sus antecesores. Por otro, imperiosa necesidad de entablar una estrecha relación con el nuevo jefe del Pentágono, vital en dos temas prioritarios para ambos países: el plan nuclear iraní y la desintegración de Siria, con énfasis en el destino de las armas químicas en manos, todavía, del presidente Bashar al-Assad. Nada mejor que un moderno y sofisticado arsenal para reducir preocupaciones y ahuyentar temores.
Con motivo de su primera visita a Israel iniciando así su gira en Oriente Medio, Hagel apadrina un acuerdo armamentístico con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Israel, valorado en diez mil millones de dólares según el diario «The New York Times».
Un acuerdo de venta de armas que, según el propio Hagel en una afirmación al llegar a Israel, «es una clara señal a Irán».
«El objetivo no es sólo fortalecer las capacidades de Israel sino también de nuestros aliados en el Golfo Pérsico para que puedan afrontar la amenaza iraní así como proporcionar una red de cooperación más grande ante todo tipo de contingencias», afirmó.
Ante la millonaria venta de armas - varios tipos de sofisticados misiles y 26 cazas F-16, por ejemplo - a los países árabes, el Ejército israelí expresó su temor de perder la llamada «superioridad de calidad regional». Un compromiso renovado anualmente desde la Casa Blanca y confirmado por el presidente Barack Obama en su reciente visita al garantizar nuevos recursos para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
De esta forma, Hagel pretende firmar en primer lugar la venta a Israel de aviones de reabastecimiento en vuelo KC-135 que permiten a los cazas de combate permanecer más tiempo en el aire en caso de misiones de larga distancia. Como por ejemplo, la que requiere un ataque contra las centrales nucleares en Irán.
Además de los radares EASA destinados a cazas de combate y de misiles especializados en interferencias de radares antiáereos, la oferta estadounidense incluye por primera vez el V-22 Osprey, una aeronave de transporte militar que combina capacidades de avión y helicóptero. Posee la capacidad de despegue y aterrizaje verticales y al mismo tiempo cortos mejorando las posibilidades de las FDI para transportar comandos terrestres lejos de sus fronteras.
Israel será el primer país que recibe este avión-helicóptero. El equipamiento no llegaría antes del 2015. Aún no se sabe si Israel lo pagará o, como parece, lo incluirá en la asistencia militar anual estadounidense.
El nuevo paquete de armas no supone luz verde a Israel para lanzar un ataque contra las centrales nucleares iraníes. Aunque sí expone un claro mensaje a Teherán.
Hagel intentará calmar al primer ministro, Binyamín Netanyahu, en todo lo que se refiere al frente iraní. El jefe del Pentágono es conocido por su oposición a un ataque militar contra Irán. Una posición que comparte el nuevo ministro de Defensa israelí, Moshé Yaalón, que en la anterior legislatura defendió como miembro del gabinete de seguridad la cooperación con EE.UU y agotar la vía diplomática y sanciones.
Entre los diversos temas en la agenda, Yaalón y Hagel discutirán sobre los efectos de la grave e incierta situación en Siria y el proyecto nuclear iraní.
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