El primer ministro de israelí, Binyamín Netanyahu, arribó a China para una visita oficial de cinco días, marcada por el proceso de paz en Oriente Medio, el programa nuclear iraní y la economía.
El viaje de Netanyahu coincide con el del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, quien ya se entrevistó con su homólogo chino, Xi Jinping, quien volvió a reiterar su apoyo a la creación de un Estado palestino independiente.
La visita de Netanyahu - la primera de un alto líder israelí desde la del anterior jefe de Gobierno, Ehud Olmert, en 2007 - comenzó en Shanghái, donde pretendió dar un impulso a los intercambios económicos. Desde allí, tuvo que escuchar críticas chinas a los supuestos ataques israelíes en Siria.
«Nos oponemos al uso de la fuerza y creemos que la soberanía de cualquier país debe ser respetada», afirmó la portavoz de Exteriores, Hua Chunying sin nombrar directamente a Israel. Hua urgió «a todas las partes implicadas mostrar contención y evitar cualquier acción que pueda suponer una escalada de la tensión».
China es uno de los principales socios comerciales de Israel, que el año pasado importó del país asiático bienes por valor de 5.320 millones de dólares y exportó por 2.740 millones de dólares.
Netanyahu pretende atraer más inversión y comercio chinos, en campos como altas tecnologías, energías renovables, desalinización, comunicaciones, agricultura y equipos médicos. Además, busca que Beijing abra centros de investigación y desarrollo en el país e invierta en infraestructuras.
Tras dos días en Shanghái, el jefe de Gobierno israelí viajará a Beijing, donde se prevé que discuta con los líderes chinos sobre el proceso de paz en Oriente Medio, que se encuentra estancado, y presione para lograr el apoyo de China a la imposición de sanciones más duras a Irán, con el objeto de frenar su programa nuclear, que, según Israel y países occidentales, está destinado a fabricar armas atómicas.
China - principal cliente del petróleo iraní y miembro permanente del Consejo de Seguridad - se opone a las sanciones unilaterales a Teherán, como las impuestas por Washington y la Unión Europea, y efectuó repetidos llamamientos para resolver el enfrentamiento. China forma parte del Grupo 5+1 - los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania -, que presiona a Irán sobre su programa atómico.
Beijing cree que «fortalecer las relaciones con Jerusalén sería un signo de que gradualmente se está posicionando en la región, al mismo tiempo que, en cierta forma, contrarresta y quizás incluso mina la influencia política americana allí», señaló un artículo del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel, publicado la semana pasada.
China mantiene tradicionalmente un perfil bajo en la diplomacia sobre Oriente Medio, pero en los últimos años asumió un papel más activo en el marco de una política exterior destinada a potenciar su relevancia internacional.
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