La reanudación del proceso de paz con la Autoridad Palestina (AP) y las perspectivas de resolver el eterno conflicto de Oriente Medio apenas ocupan un hueco en la agenda electoral israelí, dominada por Irán, cuestiones de seguridad o cuestiones socio-económicas.
Se trata de una tendencia que se viene agudizando elección tras elección, pero que en los comicios del próximo 17 y a juzgar por los principales eslóganes de campaña, el dilatado conflicto con la AP parece no ser definitivamente una cuestión de atrae votos.
La oposición se decantó por atacar a Binyamín Netanyahu por su mala gestión en relación al elevado precio de la vivienda, corrupción en la residencia oficial o el choque diplomático con Estados Unidos a cuenta del programa nuclear iraní.
«Una palabra tan positiva como 'paz' acabó por convertirse en un insulto para inocentes y débiles», explicó hace poco la ex ministra Tzipi Livni, que se presenta a los comicios como número 2 de Itzjak Herzog en el Grupo Sionista.
Paradójicamente, en esa plataforma conjunta la terminología «paz» desapareció del léxico electoral, aunque sí lo hace el eufemismo de «proceso diplomático» para referirse a las tratativas con la AP. Ni que hablar del resto de partidos más a la derecha.
Por su parte, Netanyahu trata de revalidar su tercer mandato consecutivo pasando totalmente en puntas de pié por la cuestión palestina, erigiéndose como único líder capaz de hacer frente a los múltiples retos que afronta Israel en materia de seguridad.
No obstante, miembros del Likud revelaron que Netanyahu considera «simplemente irrelevante» la idea a favor de un Estado palestino al lado de Israel.
La oficina del primer ministro negó categóricamente recientes informaciones acerca de que éste aceptó una retirada a las fronteras de 1967 en negociaciones secretas con la AP a mediados de 2013, presumiblemente para evitar la huida de votos entre su electorado más nacionalista.
Sin embargo, el programa nuclear iraní y su reciente discurso ante el Congreso norteamericano no parecen darle réditos electorales, según determinan las últimas encuestas.
En 2009 Netanyahu anunció su apoyo al establecimiento de un Estado palestino bajo ciertas condiciones, pero desde entonces todos los esfuerzos de negociación impulsados por Estados Unidos fracasaron.
La AP rechazó buena parte de sus condiciones considerándolas inaceptables, como mantener tropas en el Valle del Jordán o que Israel sea reconocido como Estado nación del pueblo judío.
En paralelo, bajo el Ejecutivo de Netanyahu se incrementó la expansión de asentamientos judíos en Cisjordania, hecho que el propio aspirante presenta como uno de sus logros durante la campaña.
Quizá consciente de que una futura coalición más derechista será todo menos proclive a retomar el diálogo de paz, Netanyahu apenas ofreció pistas sobre cómo actuará en caso de revalidar el cargo o si seguirá como hasta ahora, es decir, eludiendo la cuestión.
Uno de sus posibles socios, el líder del partido Habait Haiehudí Naftali Bennett, no oculta su rechazo a un Estado palestino.
«Me opongo a un Estado palestino al oeste del río Jordán. No estoy buscando la paz sino la calma y hay una gran diferencia porque es una fórmula totalmente distinta», advirtió.
Su ideario no dista del de Avigdor Liberman, líder de Israel Beiteinu, anterior aliado del Likud, que aboga por redefinir las fronteras del país para dejar del lado palestino a la mayor parte de las poblaciones árabes colindantes con Cisjordania.
Ante este panorama, Herzog, principal candidato a reemplazar a Netanyahu, es casi la única voz que habla abiertamente de regresar al diálogo.
«Trataré de reavivar el proceso con nuestros vecinos palestinos desde una plataforma regional», dijo recientemente ante medios extranjeros, si bien en su plataforma electoral la cuestión no figura entre sus grandes promesas.
Con todo, censuró a Netanyahu por el alto el fuego alcanzado con Hamás en Gaza en 2014, e insistió en que no negociará con esa organización terrorista que controla la franja.
Las únicas formaciones que hablan alto y claro de la necesidad de la paz con los palestinos, son la izquierdista Meretz, que podría tener problemas para alcanzar el umbral electoral, y los partidos árabes, que por primera vez concurren unidos y descartan formar parte de un gobierno israelí hasta que no cese la ocupación.
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