A sólo una hora y media del plazo final, el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, logró formar un gobierno con una mayoría parlamentaria mínima y una coalición cada vez más corrida a la derecha, luego de sellar un acuerdo con el partido ultranacionalista religioso Habait Haiehudí.
«Finalmente tenemos un gobierno en Israel. No es un gobierno de derecha, no es un gobierno de izquierda y no es un gobierno de centro. Es un gobierno de toda la nación de Israel», afirmó Naftali Bennett, líder de dicha fuerza política que entró a la coalición.
Bennett, quien durante los últimos dos años dirigió el Ministerio de Economía, anunció el acuerdo en una conferencia de prensa junto con Netanyahu, quien reconoció que contará con una mayoría muy limitada para gobernar.
«Ya dije que 61 es un buen número, pero más de 61 es un número aún mejor. Todavía hay mucho trabajo por hacer. Buena suerte a nosotros y a todo el pueblo de Israel», señaló Netanyahu ante los medios.
El primer ministro contó que ya envió el comunicado oficial al presidente Reuvén Rivlin y adelantó que dará a conocer en detalle el futuro gabinete la semana próxima cuando comience el proceso de confirmaciones en el Parlamento.
Para formar gobierno, Netannyahu debía conseguir el apoyo de más de la mitad del Parlamento, es decir, más de 60 bancas.
El Likud, la fuerza que lidera Netanyahu, sumó 30 escaños y tuvo que conseguir el apoyo de otros cinco partidos.
Fue así que logró aliarse con las formaciones ultraortodoxas Iahadut Hatorá, que le aportó 6 bancas, y Shas, de la que recibió. Shas se quedó con el control total del Ministerio de Asuntos Religiosos además de la cartera de Economía.
Iahadut Hatorá logró ubicar a su secretario general, Yaakov Litzman, como el futuro ministro de Salud, al diputado Moshé Gafni como presidente de la Comisión de Finanazas del Parlamento y de conseguir un compromiso de que se eliminarán las penas de prisión para aquellos jóvenes ultraortodoxos que se nieguen a cumplir el servicio militar.
Otro socio en sumarse a la coalición que terminó de sellarse fue Kulanu, la formación de centro-derecha creada por el ex miembro del Likud y ex ministro de Netanyahu, Moshé Kahlón, quien aportó sus 10 escaños a cambio de recibir los ministerios de Finanzas, Construcción y Vivienda y Medio Ambiente.
Kulanu, asimismo, tendrá el control de la Administración de Tierras y la Comisión Nacional de Planificación, dos cargos esenciales para las reformas en el costo de la vivienda, uno de los temas más sensibles que deberá tartar el Ejecutivo.
Finalmente, Habait Haiehudí se quedará con los ministerios de Educación, en manos de Bennet , Justicia, para Ayelet Shaked, y Agricultura, al mando de Uri Ariel.
Asimismo, colocará a dos de sus ministros en el gabinete de seguridad nacional y controlará las estratégicas comisiones parlamentarias de Constitución, Leyes y Justicia y de Asentamientos, centrales para avanzar en la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania.
La cartera de Defensa quedará en manos de Moshé Yaalón del Likud, mientras que no está claro que sucederá con el otro ministerio clave del gabinete, la Cancillería, luego de que el titular saliente, Avigdor Liberman, renunciara a su cargo y a participar del nuevo gobierno.
Uno de los primeros en reaccionar al anuncio de la nueva coalición oficialista fue el líder de la oposición, el laborista Itzjak Herzog. A través de su cuenta de Twitter advirtió que el próximo gobierno será «inestable, irresponsable e incontrollable».
En esa misma linea se manifestó Tzipi Livni, aliada de Herzog en la última elección.
«Cuando dicen que un gobierno de 61 escaños no es un bueno se equivocan. Lo que no es bueno es el gobierno en si mismo», declaró Livni en su página de Facebook.
Una de las figuras más cuestionadas del próximo ejecutivo es la dirigente de Habait Haiehudí y futura ministra de Justicia, Ayelet Shaked.
La joven parlamentaria se ganó la enemistad de los jueces de la Corte Suprema luego de impulsar sin éxito un proyecto de ley que buscaba limitar la capacidad del máximo tribunal para declarar inconstitucional a las nuevas leyes.
Además, Shaked se hizo mundialmente conocida en medio de la tensión de los días previos a la última ofensiva contra Hamás en la Franja de Gaza luego de escribir en su página de Facebook que lo que combatía Israel «no es una guerra contra el terrorismo ni contra los extremistas y ni siquiera contra la Autoridad Palestina. Esta es una guerra entre dos pueblos. ¿Quién es el enemigo? El pueblo palestino».
Ante el escándalo que provocaron sus palabras, la entonces legisladora aseguró que los medios de comunicación hicieron una mala traducción.
Sin embargo, no hay dudas de que su designación al frente de la cartera de Justicia no sólo provocará malestar dentro de ese Poder, sino también entre el liderazgo palestino, que parece haber perdido cualquier expectativa de retomar las negociaciones en un futuro cercano.
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