Una corte de distrito de Tel Aviv condenó a Goel Ratzón por violación, incesto y otros delitos, pero lo absolvió de un cargo de someter a sus víctimas a la esclavitud, lo que provocó exclamaciones de indignación en el tribunal.
El caso indignó a la sociedad israelí cuando se conocieron los detalles en 2010. Ratzón, de 63 años y origen yemenita, tenía al menos 21 «esposas», algunas de las cuales llevan su nombre tatuado en su cuerpo junto con imágenes del hombre menudo de cabellera y barba blancas.
Los hijos que le daban llevaban variaciones del nombre Goel, «salvador» en hebreo.
Yehudit Herman, una de las mujeres del harén, declaró al Canal 2 de televisión que tenía sentimientos ambiguos acerca del veredicto. Se sentía «realmente feliz», dijo, de que lo condenaran por delitos sexuales. «Sé de los daños que se causaron ahí, chicas que él lastimó por el resto de sus vidas, niñas y mujeres».
Herman agregó que estaba decepcionada de que no le acusaran de esclavitud, pero que el cargo era difícil de probar. «Esto no era la esclavitud habitual en que a uno le sacan el pasaporte, lo encierran y le quitan todo. Esto era esclavitud espiritual, esclavitud mental».
La mujer añadió que ella tenía 17 años cuando conoció a Ratzón, quien entonces le llevaba 30 años. Herman vivió con él durante 12 años y tuvo cinco hijos suyos, según el canal.
Ratzón llegó a tener al menos 49 hijos que estuvieron bajo su dominio en varios hogares en Tel Aviv. Entre sus víctimas hay menores.
El culpado negó las acusaciones, que los fiscales describieron como una saga «alucinante» de dominación y delirios de divinidad.
El asunto se destapó en 2009, a raíz de un documental del Canal 10. En 2010, fue detenido como sospechoso de crear y liderar una red basada en la sumisión sexual y mental.
Ratzón fue exculpado del cargo de esclavitud, aunque la Fiscalía no descartó apelar al Tribunal Supremo.
«Fui esclavizada por este hombre que destrozó mi vida. No fui la única. Debería ser condenado también por esto. Es un criminal. Si Israel no me hubiera liberado, seguiría bajo condena perpetua!», exclamó en la sala del tribunal Maayán, quien estuvo durante 16 años bajo el «mando» de Ratzón.
Por primera vez en la historia de la Justicia israelí, un tribunal (formado por un juez y dos juezas) estudió el cargo de «esclavitud». Según la Fiscalía, las mujeres eran obligadas a entregarse en cuerpo y alma a su «dueño». En la cama y con todo tipo de gestos como por ejemplo obligar a sus hijos a tatuarse con su nombre y retrato.
Las mujeres y niños no tenían permiso para hablar con los vecinos e incluso tuvieron que romper las relaciones con sus familias.
«No nos dejaba ir a ningún sitio sin su permiso. Su táctica era combinar por un lado amenazas y críticas y por otro caricias y comprensión», recordó otra mujer que a los 17 años quedó «seducida» por los supuestos poderes espirituales de Ratzón.
Éste aprovechó los graves problemas que atravesaba la joven para atraerla a grupo. Tuvieron cinco hijos. Ella no se atrevió a irse de la casa, ya sea por miedo, amenazas de muerte o por ciega creencia en sus poderes.
«No estábamos encadenadas, pero fuimos víctimas de una esclavitud psicológica y física», afirmó la mujer.
Durante el juicio, Ratzón negó haber esclavizado a las mujeres argumentando que estaban con él de «forma voluntaria y feliz». Asimismo, desmintió haber mantenido relaciones con menores.
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