La visceral campaña electoral en Israel expuso una brecha que se creía desaparecida hace tiempo: la arraigada división entre judíos de ascendencia europea por un lado y la africana y de Oriente Medio por otro.
Los judíos de África y Oriente Medio, conocidos como «mizrajim», respaldaron en su mayoría al Likud del primer ministro Binyamín Netanyahu, mientras que los judíos europeos, los «ashkenazim», se identificaron principalmente con el Grupo Sionista de oposición.
La dinámica existe desde hace tiempo, pero las pasiones se enardecieron más en esta ocasión con resultados discordantes.
Desde el triunfo de Netanyahu, ambas partes intercambian insultos que no se escuchaban en público y en las redes sociales en una generación, porque los electores mizrajim son acusados de primitivos y los ashkenazim de elitistas.
La disputa tiene sus orígenes en los primeros días de la independencia israelí.
Llegados de países de habla árabe en Oriente Medio y el norte de África tras el establecimiento de Israel en 1948, muchos inmigrantes mizrajim fueron enviados a campos de transición en barrios pobres y ampliamente discriminados por los líderes europeos del fundador Partido de los Trabajadores de Israel (Mapai) que lideraba entonces David Ben Gurión.
Los mizrajin encontraron a su «salvador politico» en Menajem Begin del Likud, a pesar que era de ascendencia polaca.
Con habilidad consumada, el viejo líder de la oposición cultivó alianzas externas que apelaban a su sentido de carencias, y gracias a un enorme respaldo de los mizrajim y tras el trauma de la Guerra de Yom Kipur (1973), ganó las elecciones y tomó el poder en 1977, para poner fin a casi 30 años de mandato del Partido de los Trabajadores
Es difícil calcular la división de población exacta debido a que ahora el matrimonio entre miembros de ambas corrientes es más común. Pero los judíos mizrajim o con esas raíces étnicas forman casi la mitad de la población de Israel.
Los mizrajim se quejan desde hace tiempo de discriminación por parte de la élite de ascendencia europea que tradicionalmente gobierna las instituciones gubernamentales, militares y económicas.
Las quejas disminuyeron, al igual que parte del dominio, pero siguen existiendo brechas. Por ejemplo, nunca hubo un primer ministro mizrají. Hay muchos más mizrajim que ashkenazim en las cárceles, y muchos menos en instituciones educativas.
También se encuentran entre los habitantes más pobres; sin embargo, las poblaciones más empobrecidas, donde predominan, tienden a apoyar más al Likud de Netanyahu y perdonar sus políticas capitalistas que no velan por sus intereses económicos.
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