Natanya se vende a sí misma como la «Riviera de Israel». Al caminar por su principal boulevard peatonal, cuesta distinguirlo de su ciudad hermana, Niza.
Casi nadie habla hebreo y los avisos de viviendas, los menús en los restaurantes y las conversaciones en los cafés son mayormente en francés. Natanya es el lugar deseado por los olim franceses.
Un aumento en los ataques antisemitas perpetrados por extremistas musulmanes en Francia, donde vive la tercera comunidad judía más grande del mundo, generó una ola emigratoria sin precedentes hacia Israel. Natanya, el balneario elegante con una gran comunidad francoparlante, es su destino preferido.
El año pasado, por primera vez, Francia fue la principal fuente de inmigrantes que llegan a Israel, de acuerdo con la Agencia Judía. En 2014 llegaron 7.200 judíos franceses, la mayor cifra jamás registrada y el doble que en el año previo. De ellos, unos 2.000 vinieron a Natanya, ciudad mediterránea cuyas playas les recuerdan a muchos recién llegados de sus orígenes marroquí, tunecino o argelino.
Ese incremento se registró incluso antes del atentado en el que murieron cuatro judíos en un supermercado kosher de París, el cual causó profundo temor e inseguridad en la comunidad.
Para Fanny Rhoum (33), cuyos dos hijos iban a una escuela que quedaba al frente del supermercado atacado, esa fue la gota que colmó el vaso. Tres días después del ataque, llegó a Israel y comenzó a preparar el traslado.
«Estábamos paranoicos. Cada episodio hacía que nuestra partida estuviese más cerca», comentó el miércoles tras recibir su nueva cédula de identidad en Natanya, dos días después de llegar en un vuelo especial desde París junto con otros 200 inmigrantes.
«Aquí sentimos que podemos protegernos a nosotros mismos. Allí tenemos la impresión de que estamos librados a nuestra suerte y si, Dios no lo permita, sucede algo, tendremos que arreglárnosla».
Jeanette Malka (63) explicó que esperó hasta jubilarse para venir a Israel y que ahora espera que sus hijos y nietos la sigan. «Francia no es un lugar donde criar niños judíos. Nos gusta mucho Natanya. Aquí nos sentimos en casa», sostuvo.
Su esposo Haim lucía orgulloso su kipá negra en la cabeza, algo que no se animaba a hacer en público en Francia.
Expertos dicen que los judíos europeos no se sentían tan asustados desde la Segunda Guerra Mundial. Esa comunidad fue blanco de ataques en Bélgica, Dinamarca y otros países europeos, pero los peores incidentes se produjeron en Francia. Los judíos denuncian allí cada vez más agresiones y actos de intimidación, generalmente perpetrados por extremistas musulmanes. Si bien algunos ataques podrían estar relacionados con políticas israelíes hacia los palestinos, la mayoría son de naturaleza antisemita.
La comunidad judía de Francia es de 500.000 personas, la más grande de Europa y superada sólo por las de Israel y Estados Unidos. Los judíos representan menos del 1% de la población, pero las autoridades dicen que fueron el blanco de más del 50% de los ataques de trasfondo racista que hubo en 2014.
Ariel Kandel, director de la rama que lidia con la inmigración francesa en la Agencia Judía, señaló que muchos inmigrantes vienen empujados por su fervor sionista o por razones económicas. El desempleo gira en torno al 10% en Francia desde 2009, mientras que en Israel no llega al 5%.
Históricamente emigraron entre 1.000 y 2.000 franceses por año, pero el éxodo aumentó después del ataque de 2012 contra una escuela judía de Toulouse en el que murieron tres niños y un rabino.
«Después de eso, no podía quedarme», dijo Ida Mardoukh (45), quien se vino a Natanya con sus tres hijos. «En Israel también hay ataques, pero esta es nuestra casa. Aquí al menos podemos vivir como judíos».
Después de la matanza de enero en el supermercado kosher, el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, viajó a París y exhortó a los judíos franceses a que emigrasen a Israel. La Agencia Judía informó que en 2015 la inmigración de judíos subió un 10% respecto a las cifras récord del año previo.
Los judíos europeos están divididos en torno a la emigración a Israel. Los líderes de esas comunidades alientan a la gente a mantener estrechos lazos con Israel, pero sin emigrar.
El gobierno francés pidió a los judíos que no se fuesen, diciendo que el que lo hagan sería un fracaso de la república.
Francia se enorgullece de sus políticas de integración y de los 2.000 años de historia que tienen los judíos en ese país. Fue el primer país europeo que concedió a los judíos todos los derechos de cualquier ciudadano poco después de la Revolución Francesa de 1789. Tuvo dos primeros ministros judíos y el ex presidente Nicolas Sarkozy es también de ese origen.
Al llegar a Israel, los inmigrantes franceses traen consigo parte de su historia y gustos muy franceses en cuanto a estilo, cultura y comida.
En ningún otro lado eso se percibe más que en Natanya, que muchos llaman la «burbuja francesa». Hay barrios enteros donde se habla casi exclusivamente francés y en la calle peatonal central abundan los cafés donde la gente fuma, toma café y come croissants. Las panaderías ofrecen baguettes y brioches auténticos y se escucha música francesa con la playa de fondo.
«Quieren estar cerca del mar y cerca de sus familias», expresó Kendel, de la Agencia Judía.
La ciudad les abrió los brazos. La mayoría de los recién llegados hablan sólo francés, por lo que la municipalidad lanzó un portal en ese idioma y se asegura de que haya francoparlantes en escuelas y sitios de trabajo para facilitar la transición.
A diferencia de olas previas de inmigrantes, los franceses son mayormente profesionales con firmes ideales sionistas.
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