123 inmigrantes ilegales partieron del Aeropuerto Internacional Ben Gurión, rumbo a Juba, capital de Sudán del Sur, después de recibir 1,300 dólares.
Según informó la Autoridad de Inmigración, éstos aceptaron el abandono voluntario, pero hay otros 60.000 inmigrantes africanos, la mayoría de los cuales no pueden ser deportados, que permanecen en Israel.
«Todos los que abordaron el vuelo de regreso a Sudán del Sur, lo hicieron voluntariamente», aseguró Amnón Ben-Ami, director de la Autoridad de Inmigración y Población. Ben-Ami agregó que «durante la semana pasada más de 500 sursudaneses han pedido regresar a casa en el marco de este proceso».
Sin embargo, los grupos de ayuda afirman que a los inmigrantes no se les dio la oportunidad de solicitar el estatuto de refugiado, quedándole dos alternativas: el retiro voluntario o la detención y expulsión.
Rami Godovitch, un activista social que ayuda a los africanos a obtener el estatuto de refugiado, declaró que «el Estado de Israel, es bien consciente de que el envío de los eritreos y los antiguos residentes de Darfur a sus países de origen significa una sentencia de muerte».
Al elegir el retiro voluntario, el Estado de Israel reconoce la actitud y otorga a cada adulto 1.300 dólares, mientras que los niños reciben 500 dólares, además de asegurarle el boleto de regreso a su país.
Decenas de inmigrantes ilegales procedentes de países africanos fueron detenidos durante la semana pasada después de que el Tribunal Administrativo de Jerusalén aceptara la solicitud del Estado para suspender la «protección colectiva», sancionando la deportación de 1.500 inmigrantes.
Como parte de la operación que se está llevando a cabo a nivel nacional, alrededor de 300 sursudaneses fueron detenidos, y «pronto serán deportados», aseguró Ben-Ami. «El siguiente vuelo con destino a Sudán del Sur partirá el próximo lunes», declaró.
Ben-Ami hizo hincapié en que la Autoridad de Inmigración «seguirá trabajando para deportar a unos 4.000 inmigrantes africanos ilegales provenientes de Costa de Marfil (2.000), Sudán del Sur (1.500) y otros países del continente africano en los cuales no corren ningún peligro».
Unos 50.000 inmigrantes de Sudán y Eritrea permanecerán en el país sin poder ser expulsados, debido a diversas obligaciones diplomáticas contraídas por Israel ante la Convención Internacional de Refugiados en 1954.
Por su parte, el ministro de Interior, Eli Yishai, quien inició el plan de deportación, se reunió con los inmigrantes en el aeropuerto. «La noticia aquí es Sudán y Eritrea. Espero que los obstáculos legales que impiden la deportación sean eliminados», dijo.
Mientras tanto, africanos temen por su vida en el regreso a sus países de origen. Gabriel Takala (31), quien entró ilegalmente a Israel hace cinco años desde Eritrea y actualmente vive en Ramat Gan, solicitó asilo, y aseguró que el plan de deportación de Yishai, lo aterroriza. «Salimos de Eritrea debido a graves problemas políticos. Los que se fueron serán asesinados o encarcelados de por vida si se ven obligados a regresar», aseguró.
«Si no tenemos otra opción, vamos a preferir permanecer en prisión en Israel en lugar de ser devueltos a Eritrea. Pedimos a Israel que nos proteja», añadió Takala.
El diputado Danny Danón (Likud), que encabeza el lobby de la Knéset que tiene como objetivo abordar la cuestión de la inmigración ilegal, dijo que estaba discutiendo con funcionarios de Sudán del sur, la posibilidad de que dicho país africano reabsorba a miles de inmigrantes ilegales que Israel quiere deportar. «Esto podría cambiar la situación en Israel», manifestó.
Pero Takala no cree en el plan de Danón y sabe que lo que parece una simple mudanza, puede tener consecuencias fatales. «Ningún otro país se comprometerá a aceptarnos», afirmó.
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