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Los amigos de Netanyahu

Adelson, Netanyahu y GingrichNewt Gingrich ganó en Carolina del Sur, y eso está bien, muy bien. ¿Qué tiene de bueno la victoria de un ególatra que se compara a sí mismo con Churchill, De Gaulle y Binyamín Netanyahu? Es bueno porque trae consecuencias negativas para el Partido Republicano, borracho ya no de vino, sino de té. Y así es como continuarán estos salvajes hasta el verano; terminarán devorándose entre los candidatos.

Finalizarán la competencia por la candidatura presidencial republicana cubiertos de moretones y maltrechos, aumentando de esa forma las posibilidades que tiene Obama de ser reelegido por otro período. A pesar de toda la decepción que ha generado su figura, todavía se comporta como un ser humano normal y bien intencionado, lo cual hoy en día no es poca cosa tanto en Estados Unidos como en Israel. Otro período de gobierno sin el temor de los grandes patrocinadores y de AIPAC bien podría reparar lo que se ha roto.

A partir de aquí, vamos a desearle suerte a Gingrich en su futuro camino, donde cada porción de verdor que toca se torna amarilla. Ese es el hombre que se ha ganado una reputación a base de hacer el ridículo. Ese es el hombre que fuera expulsado del Congreso. El Comité de Ética de la Cámara de Representantes se ha ocupado de decenas de denuncias presentadas en contra de él, y lo sancionó con multas de miles de dólares por «uso irresponsable» de fondos públicos.

Fue Gingrich quien impulsó la destitución del presidente Bill Clinton a causa de Mónica, mientras él mismo mantenía un romance secreto con su rubia asistente, Callista. Le informó a su primera esposa que iba a divorciarse de ella, mientras aún estaba enferma y postrada en la cama, y a su segunda mujer le propuso un «matrimonio abierto», según lo declarado por ella misma. Sara Netanyahu no estaría nada contenta con esa clase de comportamiento.

No tengo absolutamente nada en contra de un mujeriego. ¿Porqué entonces siento ganas de vomitar ante el hecho de que sea justamente él quien se ponga a predicar sobre la santidad de la familia y los valores familiares? La náusea aumenta cuando exhibe públicamente aquella indulgencia que recibe de su nueva iglesia; Gingrich es ahora un católico devoto. Y el observador atento habrá de preguntarse: ¿cómo es que un partido de tanta importancia e historia permite la participación de candidatos tan cuestionables, a quienes irrita profundamente la asistencia que brinda el Estado, y que se dejan comprar por riquezas?

Con todos sus rasgos de carácter y puntos de vista, Gingrich es el candidato natural para el «Likud Internacional», tal como hemos podido apreciar en una conversación con el periodista Yarón Dekel. ¿No merecemos tener al fin un presidente que comparta nuestros mismos intereses; que considere que los palestinos son un pueblo inventado; que sea capaz de voltear al gobierno iraní de un solo disparo; que transfiera la embajada de EE.UU a Jerusalén; que libere a Jonathan Pollard y aplaste a las élites y a los medios de comunicación?

Aunque Netanyahu no esté interfiriendo, todos sabemos a quién le gusta realmente el primer ministro: a cualquiera más que a Obama. Es todo lo que él necesita. El periódico israelí de distribución gratuita Israel Hayom también quiere a Gingrich, porque eso es lo que el jefe quiere.

El mecenas del diario, Sheldon Adelson, tenía buenas razones para contribuir con 10 millones de dólares, y rescatar así a su amigo a último momento. Sheldon sabe cómo jugar; esa es su profesión. ¿Acaso no apostó a Bibi, y ganó? ¿No perdimos nosotros?

También yo estoy tentado de jugar, aunque sin fichas. El candidato presidencial republicano Mitt Romney no constituye ciertamente un gran negocio, pero tiene todavía una oportunidad a pesar de su untuosidad y tono evasivo. Sólo esta semana se dignó a revelar su absurdo pago de impuestos, así como su cuenta bancaria en Suiza.

Sin embargo, sigue siendo el candidato preferido del establishment republicano, de los principales patrocinadores y de los votantes independientes. Es él en lugar del hipócrita Gingrich a quien Obama hará picadillo.

Y así es como los expertos en materia de Estados Unidos - Netanyahu y su grupo de asesores - nos han enredado en una situación de derrota casi segura o, tal como le gusta decir a Bibi con acento norteamericano a su equipo de gobierno: una situación donde «todos pierden».

Tendremos que cuidarnos de Obama, que aprieta los dientes para contener su rencor, y también de Romney, que no olvidará rápidamente aquel baño de sangre preparado para él por Gingrich y los amigos de Netanyahu.

Fuente: Haaretz - 30.1.12
Traducción: www.israelenlinea.com

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