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Si Teherán no existiera

Ninguno de los que, con razón, temen un ataque israelí contra Irán y la posterior guerra que habría de seguirle, tiene en cuenta el hecho de que esa próxima guerra ya ha comenzado. Se ha arraigado tan profundamente y durante tanto tiempo en nuestra conciencia y en la de nuestros dirigentes, que la mayor parte del conflicto refiere a su oportunidad, y no a su probabilidad.

¿Cuáles fueron las declaraciones atribuidas al Jefe de Estado Mayor de Tzáhal, teniente general Benny Gantz? «La operación está lista en todo momento; las órdenes, preparadas; si es necesario, podemos ejecutarlas». Estaba refiriéndose a una guerra en el sur de Israel, es cierto, pero es la intención lo que cuenta, mentalmente preparado para el hecho de que la próxima guerra llegará efectivamente - ya sea por necesidad o por elección; si no desde el oeste, desde el sur, y si no desde el sur, entonces desde el norte.

Hay culturas en las que la palabra «guerra» se pronuncia con temor y temblor; donde se la considera una completa catástrofe humana. Pero no en Israel, donde la idea de «la próxima guerra» se acuesta con nosotros por las noches y bebe café con nosotros en las mañanas. Su realización es casi un mero tecnicismo de cómo, cuándo y cuánto.

Hemos tenido algunos breves destellos de lucidez durante los cuales esa «próxima guerra» quedó ausente durante unos pocos momentos históricos. Hubo instantes en los que incluso fue sustituida por una chispa de esperanza de aquella cosa ilusoria, tan despreciada hoy en día, llamada «paz».

Pero rápidamente nos recuperamos de aquellos traspiés, gracias a los esfuerzos conjuntos de ambas partes del conflicto. Y cuando se impuso finalmente la idea de que éste no podía resolverse, sino solamente gestionarse, «la próxima guerra» retomó su función natural de figura permanente en nuestras vidas. Con un poco de tristeza, e incluso un suspiro de alivio ocasional, el hecho de que constituimos una guerra en potencia, con territorio nacional incluido, comenzó a ser cada vez más evidente.

Muchas personas de buena voluntad vuelven a confiar ahora en la próxima guerra - peligrosa, irracional, pero «válida», ya que «eliminará la amenaza iraní», tras lo cual la tierra permanecerá libre de conflictos durante 40 años.

Debería recordárseles no solamente las tristes consecuencias de las anteriores guerras por elección, destinadas a «eliminar» supuestas amenazas existenciales, sino también aquello con que todos los israelíes nacen prácticamente sabiendo: que siempre ha pesado sobre nosotros algún tipo de «amenaza existencial», de una u otra clase, así fuera real o sólo existente en nuestra conciencia - torturada y traumatizada por el Holocausto - o en la de nuestros líderes: Ahmed Shukairy y la OLP; Gamal Abdel Nasser, el «déspota egipcio»; Saddam Hussein y las armas de destrucción masiva; Yasser Arafat y Hassan Nasrallah; y ahora, Mahmud Ahmadinejad, presidentede Irán, y el apocalipsis. Cada uno de ellos, a su vez, comparable a Hitler; cada uno, en cada generación, surgió para destruirnos. Cada uno fue, a su turno, la justificación para la guerra.

Pero antes de lanzarnos de cabeza a la próxima guerra «por necesidad», debemos preguntarnos: ¿Qué pasaría si no existiera Teherán? Y se la «amenaza iraní» lograra eliminarse de algún modo, ¿no brotaría de inmediato otra para ocupar su lugar, al menos en nuestra conciencia? Además: ¿Qué hemos hecho con anterioridad a la «amenaza iraní», además de afligirnos por el futuro?

A veces, las guerras preventivas resultan necesarias; como dice la Biblia: «Si alguien viene a matarte, levántate y mátalo primero». Pero tal como el Gobierno israelí se encarga de demostrar, el hecho mismo de estar todo el tiempo preparado psicológicamente para la próxima guerra, y de aceptar la ausencia de cualquier posibilidad de lograr la paz, puede enceguecer y atrofiar de por sí todo pensamiento alternativo y capacidad diplomática.

Así como aquellos nativos de América fueron incapaces de percibir los barcos españoles que se acercaban a la costa, ya que no disponían de una palabra para «barco», así Israel probablemente ya no sea capaz de identificar las opciones diplomáticas y las medidas no militares, aunque resuenen en sus oídos tantas señales de alarma para impedir que las olvide.

Fuente: Haaretz - 2.3.12
Traducción: www.israelenlinea.com

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