Los frondosos alrededores del río Banias hacen desterrar para siempre la idea de que Israel es un desierto. En esta popular reserva natural del norte del país, la nieve y la lluvia que caen sobre el Monte Hermón, de 2.800 metros de altitud, emergen en forma de helado manantial del río Jordán.
Menta, zarzas y sauces bordean sus orillas bajo la sombra majestuosa de los plátanos orientales. Los damanes toman el sol en las rocas, los ruiseñores cantan entre los matorrales y los halcones anidan en los acantilados.
Los antiguos nichos e inscripciones de esos acantilados dieron lugar a excavaciones arqueológicas que pusieron al descubierto grandes templos y murallas.