El debate sobre la forma en que murió el fiscal argentino Alberto Nisman se reavivó tras conocerse los resultados de una prueba hecha sobre el arma que efectuó el disparo que terminó con su vida.
La jueza federal Sandra Arroyo Salgado, ex esposa de Nisman, reafirmó su opinión de que fue asesinado al considerar «una prueba concluyente» un reciente peritaje que reveló que la pistola que efectuó el disparo que mató al fiscal deja rastros de metales en la mano de quien aprieta el gatillo, lo que se contrapone con el hecho de que no se detectaran en los estudios efectuados al cuerpo del investigador pocos días después de ser hallado muerto el 18 de enero.
«Expertos en balística me transmitieron que en el 100% de los casos el disparo de la Bersa calibre 22 con la misma munición (que impactó sobre el cráneo del fiscal) deja rastros en la mano de quien ejecutó el disparo. Esto es acá y en la luna», dijo Arroyo Salgado, querellante en la causa.
En dos estudios anteriores se había detectado la ausencia de los metales bario, plomo y antimonio en las manos del fiscal.
Arroyo Salgado se quejó de que la querella tuviera que «esperar casi ocho meses a que la fiscalía» que investiga el caso, a cargo de Viviana Fein, «se decidiera a hacer esta prueba en las mismas condiciones en que habría ocurrido» la muerte. La ex mujer de Nisman intentó apartar a Fein de la causa sin éxito.
Según medios de prensa, en el peritaje realizado en un prestigioso laboratorio de la norteña ciudad de Salta se revistió con piel de cerdo - que emula la piel humana - la mano de un maniquí con la que se efectuó el disparo de la pistola que mató al fiscal.
Nisman fue hallado muerto en el cuarto de baño de su departamento de Buenos Aires con un tiro en la cabeza cuatro días después de acusar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de haber encabezado un plan para encubrir a los iraníes acusados del atentado contra la AMIA en 1994. La denuncia fue desestimada por la justicia en los últimos meses.
En tanto, Fein sostuvo que no se puede decir que Nisman «se suicidó ni que lo asesinaron» y desafió a la ex esposa del investigador a que le lleve «pruebas directas y concretas» que avalen su hipótesis de homicidio.
Fein señaló que los integrantes del laboratorio donde se efectuó la nueva pericia indicaron que «no pueden aplicar esta certeza porque no pueden recrear la situación de la escena del crimen».
«Debe compulsarse el resultado con el resto del material probatorio. No podemos tomar una prueba en forma aislada», afirmó.
La fiscal dijo que continúa barajando las hipótesis de asesinato, suicidio voluntario o suicidio inducido y anticipó que no llegará a una conclusión al respecto hasta después de octubre.
Hasta el momento el único imputado en la causa es el informático Diego Lagomarsino por haber suministrado a Nisman el arma que lo mató. El técnico, que era empleado del fiscal, declaró que el investigador le pidió el arma porque temía por su vida.
Luis Olavarría, criminalista aportado a la causa por Lagomarsino, señaló que la prueba realizada con la pistola «ni suma ni quita».
Al evaluar los dos peritajes realizados en las manos del fiscal argumentó que «no es que no había nada, sino que no se levantaron partículas provenientes del fulminante; las partículas que había no alcanzaban el resultado de categórico».
En el caso del estudio realizado con la pistola afirmó que aunque «se levantaron partículas provenientes del fulminante en tres ocasiones ello no es una variable) constante ya que pueden caer partículas, porque es aleatorio, o pueden no caer».
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