Dirigentes israelíes optaron por guardar silencio en público a raíz de la victoria de Jeremy Corbyn en las elecciones laboristas del Reino Unido, pero fuera de micrófonos no ocultan su inquietud.
Abierto simpatizante de Karl Marx, y con más de 32 años de experiencia en el Parlamento, Corbyn se expresó sistemáticamente en contra de la ocupación en Cisjordania y a favor de un embargo de armas al Estado judío.
La ironía del destino quiso que la victoria de Corbyn, de 66 años, se anunciara al día siguiente de la visita del primer ministro, Binyamín Netanyahu, a Londres, donde se reunió no con su homólogo conservador David Cameron.
En lo que respecta a Oriente Medio, Corbyn es justamente lo contrario de Cameron, como también es lo contrario de los dos últimos primeros ministros laboristas, Tony Blair y Gordon Brown, quienes se destacaron, y en el caso de Blair sigue haciéndolo, por tolerar la ocupación y criticarla a la vez.
Corbyn fue acusado de antisemita en más de una ocasión. Estos últimos días las acusaciones se redoblaron, especialmente entre la comunidad judía británica. El ministro israelí de Ciencias, Ofir Akunis, mencionado por la prensa hebrea, dijo que «el laborismo británico se suicidó al elegir a Corbyn». Por su parte, «Yediot Aharonot ve como una señal de mal agüero que Corbyn suceda al frente del partido a Ed Miliband, que perdió las elecciones a manos de Cameron.
Es natural que la era Corbyn siembre incertidumbre en Israel puesto que sus ideas sobre Oriente Medio difieren sensiblemente del consenso occidental. El nuevo líder laborista está en contra de los bombardeos contra el Estado Islámico a causa de la muerte de civiles, denunció que la guerra de Irak, que Blair aprobó y dio su apoyo a George W. Bush, estaba «basada en la mentira», es partidario de disculparse ante el pueblo iraquí, quiere un Oriente Medio libre de armas nucleares, propone el embargo de armas a Israel y lamenta la catástrofe en Siria.
Por si eso fuera poco, sus ideas con respecto al conflicto árabe-israelí no pueden ser más claras. Corbyn visitó la Franja de Gaza y Líbano, calificó a los terroristas de Hamás de «compañeros que trabajan para la paz» y afirmó que tanto Hamás como Hezbolá deben participar en una mesa de negociaciones donde se trate de resolver los numerosos conflictos de la región.
El nuevo líder laborista recordó que Israel negoció con Hamás el alto el fuego de la guerra del verano pasado, condenó las sucesivas invasiones a la Franja de Gaza y es partidario de que se investiguen los presuntos crímenes de guerra que Israel podría haber cometido, «no sólo en las guerras, sino también entre las guerras».
«Nunca escuché a Israel declarar cuáles deberían ser sus fronteras definitivas. En cada negociación, Israel rechaza decir dónde deberían estar sus límites», manifestó recientemente.
«Una resolución del conflicto debe comprender mucho más que el reconocimiento de un Estado palestino. La gente debería recordar Sabra y Shatila en 1982 y la Nakba en 1948. Las víctimas de esos procesos todavía viven en campos de refugiados en Líbano, Jordania y Siria. La diáspora palestina por el mundo es impresionante. Ellos también tienen derechos. También tienen el derecho a volver a casa y el derecho al reconocimiento. Esto es muy importante. Nunca se debería olvidar», declaró.
El analista Ari Shavit, de «Haaretz», destacó que Corbyn es distinto de sus antecesores en la medida que estos condujeron al laborismo británico a unas políticas «proclives a los negocios e indistinguibles de los conservadores, tanto en relación con el libre mercado como con el imperialismo».
En medios políticos israelíes se lo calificó como «el enemigo más amargo de Israel», un enemigo que criticó al Estado judío durante los 32 años que pasó en el Parlamento.
Akunis se consoló diciendo que Corbyn «está muy lejos de llegar a Downing Street 10», pero es consciente de que sus ideas pueden hacer daño al Estado judío aunque nunca logre la victoria en las elecciones.
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