El horizonte de un año y medio es casi una eternidad para el calendario político israelí, acostumbrado a tomar decisiones en los últimos minutos del tiempo suplementario.
Con ese trasfondo, la súbita decisión del primer ministro, Binyamín Netanyahu, de anticipar los comicios internos para el liderazgo de su partido, Likud, produjo un revuelo en el ambiente político israelí que fortaleció los indicios de que, teniendo en cuenta el alto índice de popularidad del que goza, en sus cálculos está adelantar la fecha de las próximas elecciones generales de Israel.
Uno tras otro los distintos partidos y sus potenciales candidatos, ansiosos de tomar parte del juego político, se fueron despertando de la larga hibernación impuesta al sistema gubernamental israelí a partir de 2009, una vez consolidada la coalición de gobierno bajo el liderazgo de Bibi.
Tzipi Livni, líder de Kadima, principal partido de la oposición, fue prácticamente obligada - muy a pesar suyo - a llamar de inmediato a elecciones internas. Los pronósticos anticipan su relevo por Shaul Mofaz - ex Comandante del Estado Mayor del Ejército - o Avi Dichter - ex Jefe de los Servicios de Seguridad Internos, Shin Bet.
Por su parte, el partido Meretz, identificado por el público como de «izquierda», también llevó a cabo un recambio en su dirección partidaria, con la elección de Zehava Galón como nueva secretaria general.
A su vez, Yair Lapid, la estrella mediática que promete «una política más limpia», se vio en la necesidad de anticipar la declaración de su candidatura.
A todo esto se debe agregar la institución de Shelly Yachimovich como nueva líder del partido Avodá (Laborismo), meses atrás, tras la renuncia de Ehud Barak, quién abandonó la jefatura del movimiento para formar un nuevo partido; Hatzmaut, que, como se afirma en algunos sectores, no es más que una transición para su total absorción en el seno del Likud - en teoría - ubicado ideológicamente en la vereda de enfrente.
Tanto si las próximas elecciones generales se celebran en su fecha original (Octubre de 2013) o si se adelantan, hoy en día se puede afirmar con un alto grado de seguridad que los resultados previstos van a acentuar la tendencia que se reflejó como consecuencia de las últimas elecciones con respecto a los temas centrales que ocupan a la sociedad israelí: la prioridad de la colonización judía en Cisjordania, el total predominio de la intransigencia política en todo lo referente a los conflictos existentes, la profundización del modelo capitalista arrollador y la sustentación económica y social parasitaria de los grupos ultraortodoxos.
Una evidente confirmación de este fenómeno lo recibimos hace algunos días con la publicación del sondeo de opinión del Profesor Kamil Fucks, de la Universidad de Tel Aviv, junto con el diario Haaretz («Sondeo de opinión de Haaretz: Netanyhau y el Likud en la cima»; 8.3.12).
Según la encuesta mencionada, la coalición gubernamental actual liderada por el Likud y Netanyhau obtendría una cómoda mayoría absoluta con más del 60% de los escaños en el Parlamento (hoy disponen solo del 55%).
Pero estos números son sólo parte de la realidad. Según la tendencia a la que nos referimos, Bibi, con su reconocida habilidad política, tendría la posibilidad de disponer de un apoyo mucho mayor. Tanto Mofaz como Dichter, los sucesores potenciales de Livni en el liderazgo de la principal fuerza opositora al Likud: Kadima, declararon su interés en llegar a un acuerdo para integrarse a la coalición liderada por Netanyhau.
Dijter: «Si me eligen, de inmediato comenzaré a negociar con Netanyhau con el objetivo de ingresar a la coalición gobernante, inclusive antes que la presente termine su mandato» («Dichter presenta su candidatura en Kadima»; YNET; 12.12).
Mofaz: «Siempre pensé que nosotros debemos ser parte del gobierno y que fue un gran error de Tzipi Livni no haber entrado en su momento en la coalición» («Mofaz: Livni se equivocó cuando decidió no entrar en la coalición»; Walla; 20.9.09).
Las condiciones de ingreso a la coalición del Likud continúan siendo las mismas que Livni rechazó en 2009. Netanyhau no se puede dar el lujo de socavar los derechos de sus «socios naturales» - Liberman y los ultrasortodoxos - y en el Likud se siente amenazado por el ala dura de Moshé Feiglin, que logró nada menos que el 25% de los votos en las internas del mes pasado.
Teniendo en cuenta el pasado poco halagador y algunas declaraciones de la nueva líder del partido Avodá, no sería del todo erróneo suponer que esta agrupación nuevamente apoye a Netanyahu o se «sacrifique por los sagrados intereses nacionales», según la versión laborista. «Claramente no veo ningún pecado ni delito en el movimiento de colonización judía de Cisjordania. El partido Avodá fue quien comenzó esta colonización. Es un hecho histórico», había declarado Yachimovich antes de las primarias en su partido. (Entrevista a Sheli Yachimovich; Diario Haaretz; 19.8.11).
Tampoco sería arriesgado suponer que el nuevo meteoro que brilla en el cielo político israelí, Yair Lapid, también termine, así como su padre en su momento, aterrizando en un mullido sillón ministerial al lado del gobierno de turno. Para que Bibi lo tome en cuenta ya declaró: «Por supuesto que apoyo la paz con los palestinos, pero lamentablemente no hay con quien hablar» («¿Quién conoce la línea verde?»; Akiva Eldar; Haaretz; 12.3.12).
El éxito político de Netanyhau es digno de admiración. La historia del Estado de Israel fue testigo de muchos intentos fracasados de una amplia unidad nacional. Sin serlo formalmente, en la práctica, hoy Bibi lo ha conseguido. Fuera de ciertos roces muy marginales y por cortos periodos de tiempo, con el comportamiento de sus representaciones parlamentarias, podría decirse que cerca del 90% de la ciudadanía israelí, directa o indirectamente, están apoyando el núcleo de la política de Netanyhau.
Nadie se debe sorprender de los resultados del sondeo. Aparte de los partidos que representan a la población árabe israelí y el partido Meretz - juntos un 10% del Parlamento -, no existe alternativa política seria que discrepe a las posturas básicas de Netanyhau en lo referente al conflicto con los palestinos, Líbano, Siria e Irán.
La concepción económica del Gobierno actual, que protege a los magnates propietarios de los grandes emporios y mantiene a la mayoría de la población en un nivel mínimo existencia,l no tiene perspectivas que se modifique. Las grandes manifestaciones del verano pasado y las promesas de cambio de la comisión del Profesor Trajtenberg terminaron en un fracaso total sin ningún tipo de resistencia seria.
Dafni Lif, líder y organizadora de las protestas populares que demandaba justicia social, declaró recientemente: «Dicen que salimos centenares de miles a la calle y no pasó nada; tienen razón» (YNET; 6.3.12).
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