Irrumpes la siesta, para hacernos recordar que estamos en esta tierra de dunas, que plantamos los frutos que hemos de comer sobre una superficie de granos de arena.
Traes el testimonio de los días abrasados por el Sol, la soledad de los arenales que se extienden por estas latitudes, que hacen extraviarse en pensamientos al viajero, donde perder el sentido de lo seguro, donde buscar sumergido en su interior esa compañía que le de fuerzas, para proseguir la marcha.
Inundas el aire haciéndolo irrespirable por momentos, haces que ocultemos la mirada, dificultas el habla, nos agobias.
En un intento por escapar de ti, perseguimos sombras que nos persiguen.
19:15 Llego a las playas solitarias del norte de Naharia, el Sol se esconde tras tímidas nubes blancotizas.
Me descalzo y comienzo a caminar por la arena buscando alguna piedra donde sentarme a escribir este relato y encuentro una cinco metros antes de la rompiente de las olas. El aire húmedo del atardecer no aplaca el calor soportado del día de Agosto.
Celebras la muerte,
ebrio de sangre vuelves a colmar la copa
y buscas justificar tu falta de conciencia,
encubrir tu odio fascista inepto,
no contra mí
sino contra la humanidad de la que formas parte.
La mujer que trabaja para pagar el alto costo de la guardería de sus pequeños y que no dispone de mayores tiempos para disfrutar su crecimiento
La construcción selectiva que invade indiscriminadamente espacios abiertos que poblaran pequeñas viviendas, afecta no sólo al paisaje sino también a la pareja joven que quiere su primer techo propio o el inquilino que no comprende los altos precios que debe afrontar cada renovación de contrato y que no guardan relación alguna con los costos de la vida y debe mudarse por el mismo precio hacia algo más pequeño o alejado.