Dieciseis años después del inicio de las investigaciones y 40 días antes de las elecciones, el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Liberman, conoció por fin su veredicto: una sentencia que no es tan grave como podía imaginarse en los últimos años ante la gravedad de las sospechas pero que le podría obligar a dimitir ante los próximos comicios de enero.
Por un lado, el fiscal general y asesor legal del Gobierno, Yehuda Wainstein, anunció el cierre del principal caso de corrupción en el que se sospechaba que Liberman había cometido fraude, blanqueo de dinero y acoso de testigos. Por otro, sin embargo, le procesará por abuso de confianza y fraude en un 'affaire' menor relacionado con el nombramiento de su asesor Zeev Ben-Arié como embajador en Bielorrusia.