En su intervención ante la Asamblea General de la ONU - su debut en la escena internacional -, el presidente de Irán, Hassan Rohani, realizó gestos de acercamiento a Occidente al ofrecer a Estados Unidos y sus aliados negociaciones sobre el programa nuclear de su país.
Además, consiguió desorientar a la dirigencia política de Israel al evitar cualquier crítica expresa contra el Estado judío, al que apenas dedicó un opaco cuestionamiento, sin nombrarlo, por la ocupación de Cisjordania, diferenciándose de modo drástico de su predecesor, Mahmud Ahmadinejad, quien llamaba abiertamente a la destrucción de la «entidad sionista».