«Por qué cantamos»
Mario Benedetti
Si cada hora vino con su muerte.
Si el tiempo era una cueva de ladrones.
Los aires ya no eran buenos aires.
La vida nada más que un blanco móvil.
Usted, preguntará por qué cantamos.
Si los nuestros quedaron sin abrazo.
La patria casi muerta de tristeza.
Y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que explotara la vergüenza.
Usted, preguntará por qué cantamos.
Israel conmemoró el pasado miércoles el día recordatorio oficial en memoria del primer ministro asesinado hace 18 años, Itzjak Rabín. La fecha, que debe ser triste para todos los demócratas y no solamente para quienes lamentan que se haya descarrilado en su momento, a raíz del magnicidio, el tren que intentaba conducir Rabín. Debe ser un día negro en el calendario para quien tiene claro que la única forma de cambiar gobierno en democracia es mediante las urnas.