Hadás Foguel tenía apenas cuatro meses cuando esta semana fue degollada a sangre fría por un terrorista. Ella no sabía que era judía ni eligió vivir en el asentamiento de Itamar; nunca escuchó hablar de israelíes y palestinos y no tenía la menor idea del largo y sangriento conflicto que ambos pueblos mantienen. Esos antecedentes no le alcanzaron para salir con vida de la masacre. No existe sentido común ni misericordia para las bestias.