Cinco líderes del Mercosur, Cristina, Dilma, Pepe, Evo y Nicolás, acusaron a Israel en Caracas de llevar adelante «una política genocida contra el pueblo palestino» sin siquiera mencionar a Hamás.
La periodista e intelectual española Pilar Rahola cuenta en uno de sus escritos que los mineros, hasta bien entrado el siglo 20, solían utilizar canarios en las profundidades de la tierra. Sabiendo que las aves son más sensibles que el hombre a los gases venenosos, los mineros podían huír de las minas a toda velocidad si veían que los canarios se asfixiaban. Rahola sostiene que el pueblo judío y el Estado de Israel son los «canarios» del mundo, expuestos - antes que ningún otro - a los embates del terrorismo internacional.
El slogan de la campaña por los jóvenes secuestrados por Hamás en Cisjordania, «Bring Back Our Boys», nos remite a otra anterior, «Bring Back Our Girls», relacionada con las niñas capturadas por Boko Haram en Nigeria.
El antisemitismo, muchas veces enmascarado como rechazo a Israel por la cuestión palestina, persiste en la Europa actual, con rebrotes virulentos que suelen coincidir con el auge del populismo y el nacionalismo xenófobo en momentos de crisis económica y social.
Nunca antes un primer ministro israelí fue enviado a la cárcel por un juez. Hasta ahora. Ehud Olmert, jefe de Gobierno entre 2006 y 2009, fue encontrado culpable de soborno por un tribunal del distrito de Tel Aviv y marchará preso por seis años.
El secuestro es sin duda uno de los crímenes más atroces. Es un chantaje realizado sobre el cuerpo de las víctimas, una barbarie intolerable. Si se mezcla con la política, cualquier política, da testimonio de su inmoralidad. Un gobierno, un movimiento político, un pueblo en el que se organizan secuestros e incluso se festejan es digno del mayor desprecio.
Qué situación más complicada. Encontraron una grabación de una intervención de John Kerry en una reunión de la Comisión Trilateral en la que el secretario de Estado norteamericano utilizó las palabras «Israel» y «apartheid» en la misma frase.
Me imagino que últimamente, ante la nueva escalada de violencia en Gaza, se habrán percatado con qué facilidad se vuelve a utilizar el término «genocidio» para calificar el accionar israelí hacia la población de la franja costera palestina.
«El final de siete años negros». Así describió en Ramallah el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, al período en que la división entre los palestinos de Gaza y Cisjordania era no sólo geográfica.
La muerte despeja «la hojarasca». El coronel ahora sí que no tiene quien le escriba. Ha llegado «la mala hora» en la que Gabo se fue muy lejos de Macondo para quedarse definitivamente en Aracataca.