A partir del 1 de abril, «el Estado de Palestina» será miembro de la Corte Penal Internacional (CPI), el tribunal internacional permanente con sede en La Haya que juzga a acusados de crímenes de guerra, genocidio, agresión y lesa humanidad.
Los defensores europeos y no europeos de la justicia para los pobres islamistas perseguidos - especialmente los palestinos - merecen la admiración ilimitada de la humanidad por:
Las próximas elecciones anticipadas en Israel deshojan margaritas: me quieren, no me quieren; me quieren, no me quieren. Claramente la mayoría de la población no las quiere, sobre todo cuando casi todos los pronósticos acentúan que no habrían modificaciones importantes en la composición de los bloques parlamentarios.
Cuando hace alrededor de un año el entonces primer ministro turco, ahora presidente, Recep Tayipp Erdogan, aprobó permitir el velo islámico en el Parlamento, Europa y en general el mundo occidental dirigieron miradas de recelo hacia Turquía.
La violencia en Jerusalén entró en los templos. Dos primos terroristas palestinos accedieron armados con hachas, cuchillos y pistolas en la sinagoga y el seminario rabínico del barrio ultraortodoxo de Har Nof y mataron durante el rezo matutino a cuatro personas, dejando, además, un tendal de heridos, varios de ellos muy graves.
Primero fue el nuevo Gobierno sueco, que reconoció a un Estado palestino. Después vino el Parlamento británico, que en una votación impuesta por los diputados laboristas este lunes, se declaró a favor de ese mismo reconocimiento.
Hay una cosa, sólo una, en la que están de acuerdo israelíes y palestinos: con Jerusalén no se juega, porque es un polvorín donde se mezclan recintos sagrados y donde se concentra el odio acumulado de dos pueblos, tras casi siete décadas de enfrentamientos.
Ya hace más de una década que Estados Unidos decidió intervenir en Irak como represalia al 11-S y los quebraderos de cabeza que provocó esta guerra aún se sienten tanto tiempo después.
No se trata de casos aislados. Estamos ante un fenómeno que se expande por toda Europa, Estados Unidos e incluso Australia. Chicas occidentales abandonan a sus familias para viajar a Siria en pos de un sueño inconcebible: casarse con un yihadista. Lo que desconocen las futuras esposas de los «guerreros santos» del Estado Islámico (EI) es que acabarán formado parte de un harén y sirviendo de esclavas sexuales.
Si nos dejamos llevar por la estadísticas, el ayuno de Yom Kipur es el precepto más observado por los judíos a lo largo y ancho del planeta. Sólo una cuestión de imperiosa necesidad hace que la gran mayoría de los judíos dejen de ayunar en ese día.