Las consecuencias del caso Shalit vuelven a abrir el debate en la sociedad israelí sobre la legitimidad de la "Orden Hannibal" de Tzáhal que permite, ante el intento de secuestro de un soldado, disparar contra los raptores aún haciendo peligrar la vida del cautivo.
Carta enviada por los padres del soldado Guilad Shalit, secuestrado por Hamás, al Primer Ministro Binyamín Netanyahu, ante la respuesta de éste al mediador alemán acerca de la posición israelí en las negociaciones para su posible liberación.
Un grupo pro-palestino de Arabia Saudita que se identifica como Abu Slam, y a cuyas madres recordamos y veneramos, consiguió mediante tecnologías avanzadas de destrucción, entrar en uno de nuestros servidores y borrar más de 40 sitios que estaban allí alojados.
Ucrania va a elecciones. Los judíos vuelven a ser "chivos emisarios" en las diferentes campañas. un dirigente de la comunidad judía manifestó: "Quien salga electo, deberá combatir el antisemitismo en Ucrania".
Muchos pueblos aprenden de la historia y reconstruyen no sólo sus ciudades y sus hogares, también sus mentes, su idiosincrasia y su actitud hacia quienes consideraban sus enemigos. No todos. Hay quienes no tienen la suficiente capacidad intelectual para aprender del pasado. Un ejemplo claro son los ucranianos.
Israel se considera la nación más sabia del mundo, sólo que el mundo no es totalmente imbécil; aún sabe diferenciar una pelota de trapo que tratan de hacer rodar hacia la cancha palestina.
El gobierno israelí tiene la última oportunidad de evitar la vergüenza moral y nacional en la negociación sobre Guilad Shalit. La misma simboliza claudicar ante el chantaje de una organización terrorista.
Para que el conflicto israelí-palestino acabe, es necesario que un lado pierda y otro gane. No habrá más un estado sionista o será aceptado por sus vecinos. Éstos son los dos escenarios posibles. Todas las demás opciones son una premisa para que la guerra continúe.
Si israelíes y palestinos no regresan a la mesa de negociaciones a la brevedad, y en lugar de ello continúan intercambiando viejas y nuevas amenazas, todos pagaremos el precio de la irresponsabilidad.
Debo confesar que cuando debatimos la liberación de Guilad Shalit, me cuesta ser racional. Todos los argumentos en contra de la negociación son muy lógicos, y por supuesto que no deseo ver a los fundamentalistas islámicos fortalecidos.
Desde todo punto de vista, en Gaza hay un Estado dirigido por Hamás; tiene fronteras, gobierno, ministerios, fuerzas militares y policiales, sistema judicial y acatamiento de las leyes.
De algún altoparlante del estadio tendría que haberse dejado oir Hatikva, el himno nacional de Israel, país cuyo representante estaba ocupando el lugar más alto del podio, el del ganador de la medalla de oro... pero nada.
Su flamante gobierno se presenta con nuevas artimañas. Lo aceptamos, Sr. Presidente. Pero entienda que no todo lo que usted desea será aceptado de inmediato.
Si las instituciones encargadas de hacer cumplir las leyes civiles y militares continúan haciendo la vista gorda, cargarán con la pesada responsabilidad del deterioro del sistema democrático de Israel.
¡Shabat Shalom, Barack Obama!
Mientras le escribo esta carta, nuestro primer ministro (el vivo, no el asesinado) viajó a Washington a encontrarlo a pesar de que no haya combinado con usted y que aún el no tiene lo que ofrecer.
Nueve meses no son demasiado temprano para evaluar medianamente la política exterior del gobierno de Obama. La sensación generalizada es de decepción, especialmente a la luz del entusiasmo casi mesiánico que acompañó su elección.
Uno de los Estados fue creado como una respuesta contundente al Holocausto. El otro permite morir de hambre, de vergüenza y en el olvido a los sobrevivientes de la Shoá.
¿Cómo no culpar a todo un público que bebe con fruición las palabras de rabinos ultra nacionalistas, que dice amén cuando éstos adaptan el "No matarás" a sus necesidades ideológicas y argumentan que derramar sangre del prójimo está permitido?