«El presidente Obama ha sacrificado a aliados como Israel». Eso es lo que dijo Mitt Romney, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, en el discurso de aceptación de la candidatura de su partido, reiterando la fórmula informal de decir «sacrificar a los amigos por interés» que había pronunciado con anterioridad en mayo de 2011 y enero de 2012.
Con indignados y sin indignados, la aplanadora de Netanyhau no se detiene y continúa su marcha triunfal haciendo añicos uno tras otro los símbolos que caracterizaron la visión de los creadores del Estado de Israel.
Las informaciones sobre el reciente encuentro entre el canciller argentino Héctor Timerman y su par iraní, Ali Akbar Salehi, y sobre el comunicado posterior que lo resumió, hablando de la decisión de mantener reuniones en el correr de este mes y de buscar conjuntamente un mecanismo especial «para hallar una solución» al tema de la AMIA, son realmente preocupantes.
Las manifestaciones de las semanas pasadas en el mundo arábe-musulmán dejaron varios muertos, empezando por el embajador estadounidense Stevens, amigo de Libia y arquitecto de su liberación.
Por primera vez en mucho pero mucho tiempo, un demócrata contiende por la presidencia de Estados Unidos y tiene la clara ventaja en la política para la seguridad nacional. No es así «como se supone que sean las cosas», y los republicanos suenan apopléjicos al respecto.
En las próximas semanas se reunirán los cancilleres de Argentina y de la República Islámica de Irán - o tal vez los primeros representantes legales designados por éstos - en un un tercer país.
Los titulares de los periódicos más importantes del mundo reprodujeron a fines de septiembre las declaraciones del alto comandante de las Guardias Revolucionarias de la República Islámica de Irán, el general Amir Ali Hajizadeh.
Una de las leyes de hierro de la política de Oriente Medio durante el último medio siglo ha sido que los extremistas van hasta el final y los moderados sólo tienden a irse.
Binyamín Netanyahu es primer ministro del Estado de Israel. El Estado de Israel es el Estado judío porque es el único lugar del planeta donde cualquier judío puede optar por la nacionalidad israelí bajo un concepto que en otros muchos países se conoce como ius sangunis.
Sus pueblos tuvieron que sufrir las consecuencias de casi un siglo de luchas y enfrentamientos para que lideres palestinos e israelíes arriben a un acuerdo por el cual ambos reconocen las aspiraciones nacionales del otro con el asentimiento a la existencia de dos Estados nacionales independientes.