Dios sabe que estoy apoyando a las fuerzas opositoras en Siria para que prevalezcan rápidamente por sí solas y resulte que son tan proclives a la democracia como esperamos.
Al leer los titulares periodísticos de Oriente Medio en los últimas semanas - musulmanes gobernando en Egipto, Irán mintiendo a todo el mundo, Assad intentando aplastar su rebelión y líderes palestinos que no hablan con Israel - se percibe la sensación de una región en la cual los motores realmente comienzan a fallar.
El programa nuclear iraní provoca nerviosismo y controversias en Washington, donde gobierno y oposición admiten conocer todos los detalles sobre ese tema, mientras que Israel viene evocando una posible operación militar contra Teherán en pleno año electoral en Estados Unidos.
La semana pasada abrí los periódicos y, finalmente, tuve motivos para suspirar de alivio. Una comisión gubernamental encabezada por el ex juez de la Corte Suprema, Edmond Levy, determinó que Israel no es un Estado ocupante. ¡Todos los asentamientos son legales!
¿Cómo responderían los iraníes a un ataque israelí a sus infraestructuras nucleares? Esta predicción tiene enorme importancia, al tener influencia no solamente sobre la decisión de Jerusalén sino también sobre lo mucho que otros estados trabajan para poner trabas a un ataque israelí.
Durante años fueron bonzos o monjes budistas tibetanos quienes tenían la costumbre de inmolarse en público prendiéndose fuego en posición meditativa. Luego los imitaron sus homólogos de Tailandia o Birmania. Ahora son los israelíes de a pie, que no pueden soportar la mala fortuna y las presiones de una economía dura, los que se arrojan en brazos de la desesperación.
Por un lado estamos separándonos de los palestinos detrás de una cerca, pero por otro, si miramos el panorama más amplio de Oriente Medio, vemos que en Israel vivimos entre vallas. Nos vamos transformando en una isla que, poco a poco, está perdiendo contacto con sus vecinos.
Nunca estuvo tan claro como ahora que la caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria es cuestión de tiempo. Podría ser muy poco tiempo. El mortífero atentado perpetrado contra su cúpula de seguridad, alienta a sus oponentes, hace sentir al propio presidente mucho más vulnerable y hace que muchos alrededor de Siria abran bien los ojos.
Este 18 de julio se cumple un aniversario más que simbólico: 18 años del atentado terrorista perpetrado contra la AMIA en Buenos Aires. Simbólico, decíamos, porque en el judaísmo el 18 representa vida - por el valor numérico de las letras hebreas que componen la palabra JAI -, pero henos aquí recordando la muerte de las víctimas.
El New York Times se luce con una trayectoria de más de 150 años de veteranía como medio de difusión; es reconocido como el diario por excelencia en Estados Unidos y tiene un afamado renombre internacional por la seriedad de sus analistas y la sagacidad de sus editoriales. Lamentablemente días atrás dio un serio traspié.