Israel debe orientar sus esfuerzos para la creación de un Estado palestino, no en razón de que con ello se alcanzaría la paz, sino porque el conflicto resultaría mucho más fácil de manejar contando con dicho Estado.
Un acuerdo de paz que cuente con el apoyo internacional y el respaldo de la Liga Árabe, habrá de impedir en gran medida la posibilidad de que sea revocado por parte de los sucesores del presidente Mahmud Abbás.
Un reciente informe del Banco Mundial advierte que el notable crecimiento en Cisjordania, reflejado en el boom inmobiliario que exhibe la ciudad de Ramallah, así como el magro desempeño macroeconómico en Gaza, deberían ser objeto de preocupación.
La situación de los Lugares Santos deberá ser determinada en el marco de un acuerdo que garantice el libre acceso de cualquier persona a ellos. Sin eso no habrá paz. Conviene que tanto israelíes como palestinos asimilen dicha idea.
La mayoría de los judíos están a favor del solemne “juramento de lealtad". Yo pertenezco a aquellos que se oponen, pero puedo entender la razón por la cual muchos de los judíos que aspiran a una igualdad civil plena terminan apoyando dicho juramento. En mi opinión, los líderes de la minoría árabe en Israel tienen parte de la culpa.
Hamás intenta desdibujar su rol en la muerte intencional de tantos civiles inocentes. Pretende dar legitimidad a su accionar, como si no hubiese perpetrado atentados suicidas asesinos en forma indiscriminada, inclusive en tiempos de negociaciones.
Estamos festejando Sucot, la fiesta de las cabañas. Según la tradición judía, el espíritu de los patriarcas Avraham, Itzjak, Yaacov, Iosef, Moshé, Aarón y David visita las Sucot; es en base a dicha tradición, que los judíos acostumbramos a recibir visitas ("Ushpizin") en nuestros tabernáculos.
El lobby árabe, que no cuenta con el apoyo popular y que tampoco se esfuerza demasiado para atraer a dirigentes políticos, impacta mucho más profundamente que el judío sobre la toma de decisiones en la democracia estadounidense.
Bibí promete sorprender, pero también es muy probable que Abbás nos sorprenda; simplemente, él no estará de acuerdo, sin importar sobre qué cosa haya que acordar. La principal prueba es la de Obama. Considerando que ya recibió el Nobel de la Paz, por lo menos debería establecerla.