Yo no sé qué pasará en Egipto y cómo influirá el acontecimiento en todo Oriente Medio. Yo sí sé que si la democracia es lo mejor para nosotros, también lo es para los árabes; y nos conviene que ellos también la tengan.
Tenemos que entender - no por desprecio a palestinos e israelíes, sino en razón de un profundo respeto hacia ellos - que aún no son capaces de asumir las consecuencias de una solución pacífica al conflicto.
¿Por qué será que experimentamos un casi instintivo y justificado sentido del ridículo cada vez que personajes como Ehud Barak y Binyamín Netanyahu tratan de compararse a ellos mismos con líderes del pasado como Ben Gurión, Rabín y Begin o Dayán, Sharón y Shamir?
Estos son días grises y el libermanismo es peligroso. Pero así como escribieron en su momento los activistas de la organización polaca "Solidaridad", "Aún cuando el invierno sea inclemente, no podrán evitar la llegada de la primavera".
Levanta los ojos, Bibi. Has aprobado otro presupuesto, has logrado sobrevivir un año más. Pero bajo la supuesta tranquila superficie el estado yace mortalmente enfermo. Bajo la superficie del desarrollo aparente la sociedad se está desmoronando.
Al parecer, en Israel existe interés en producir un común denominador territorial y mantener un debate acerca de todo lo demás. Y en ausencia de una verdadera política propia, la lucha por la terminología y la legitimidad toma forma activa desde Palestina hasta Ecuador.
Netanyahu ha concluido su mandato como primer ministro. Ahora todo es cuesta abajo hasta las próximas elecciones, sin ningún logro en su haber y sin una agenda definida, sólo dedicando su tiempo a la compra de calma política y al desvío de la presión diplomática.
Binyamin Netanyahu se esforzará por crear una apariencia de avance político, pero se negará totalmente a desplegar un programa detallado de su parte. Él sabe perfectamente que todo proyecto que presente no contará con el apoyo americano.
Liberman, Shas y los rabinos xenófobos amenazan con derribar todo aquello en lo que Herzl, Jabotinsky y Ben-Gurión creían. Ellos no hacen más que quitarle todo el apoyo al Estado judío, destinado a garantizar la igualdad a todos sus ciudadanos y a respetar a todas sus minorías.
Después de dos años de promesas vacías vinculadas al accionar nacional e internacional, la sociedad israelí comienza a pagar el costoso precio de la hueca política de supervivencia del Primer Ministro Binyamín Netanyahu.